17 ene 2010

UN HASTA LUEGO

Hace algo más de un año mí amigo Agustín, decidió dejar de salir al monte los martes, tal vez esta retirada, fuese fruto de presiones, unas veces familiares, otras por parte de amigos y conocidos, otras su falta de confianza (infundadas por supuesto) en su resistencia y también quizás tuve yo un poco de culpa al decirle, que había decidido dejar por una larga temporada de ir al Camino de Santiago, tal y como lo hacíamos desde hacía unos años en septiembre. Casi siempre, en el mes de septiembre, nos escapábamos una semana para hacer juntos unas jornadas de peregrinación hacia Santiago. Sea, como sea, o fuese por lo que fuese, yo me he sentí muy solo y abandonado por su decisión de dejar las salidas al monte, aunque a la vez intenté comprender sus motivos y respeté su decisión. Con motivo de su retirada le escribí la siguiente carta a modo de despedida. Carta que hoy me he decidido a publicar en mi blog. Espero que no le importe.
A UN AMIGO

Quizás la lluvia que cae sin interrupción
sobre nuestros campos este otoño,
no sea solo lluvia,
sino lluvia y llanto a la vez.
Tal vez sean las lágrimas
de mi corazón triste y abandonado.
Quizás, sea el llanto de nuestros cielos
y nuestros montes y sus senderos
que lloran tu voluntaria ausencia
en sesos montes, montes tuyos; nuestros.
Quizás sea el llanto del dolor
de nuestro sol, de nuestros cielos.
Quizás sea eso; lluvia y llanto
de los senderos que, como yo,
no se resignan a tu ausencia
y negación de tu presencia
en los senderos.
Esos senderos que juntos
hemos caminados sin conocerlos.
Muchos de ellos los hemos
descubiertos juntos,
sin saber que antes, mucho antes
de que tú y yo los caminásemos
ya existían y sin embargo
para nosotros acababan de surgir
de la nada para nuestro gozo y sufrimiento.
Esos senderos que han escuchado,
nuestros comentarios,
nuestras confidencias,
nuestras bromas, nuestras risas,
nuestros llantos y también cómo no,
nuestros cabreos
(mis cabreos) que también los hubo.

También nosotros (los senderos y yo)
lloraremos tu ausencia y añoraremos
tu agradable compañía.

Pero tú has decidido seguir otros caminos.
Otros caminos, más livianos, más urbanos
y más fáciles quizás de caminar.
Pero nunca, nunca, serán tan sinceros,
ni tan bonitos, ni te llenarán
de tanta satisfacción conseguirlos,
descubrirlos y hollarlos,
como los senderos que juntos
hemos caminado y las cimas
que hemos hollado.
También, nunca jamás ellos
te habrán dado un codazo
para poder salir en la foto.
Pues entre nosotros nunca hubo
ambición por coronar el primero
ninguna de las muchas cumbres
que juntos hemos alcanzado,
más bien luchábamos codo a codo,
por llegar juntos a la cima.
Esas cimas, que nos llamaban
y pacientemente nos estaban esperando
a que llegáramos para mostrarnos
algo que jamás habíamos visto
y disfrutado.

Es tú decisión y la respeto y la acepto,
pero permitirme no compartirla
y déjame por favor llorar a solas
tu voluntaria ausencia
mi querido amigo Agustín.
Quiero darte las gracias
por todos los momentos
que me has regalado
con tu amistad y tú presencia.
Amistad que nunca jamás perderé,
pero tu presencia para mi tan importante
me la recortas y me la escatimas.
No te lo reprocho;
pero déjame al menos
que pueda lamentarlo
y llorar a solas.

Nunca jamás te diré adiós
y si un hasta luego,
pues yo siempre te estaré esperando
y, como muy bien dices,
eres y serás mi privilegiado.

Un día cualquiera en un monte cualquiera
nos encontraremos y volveremos
a caminar juntos. Pues yo sé muy bien
que tú no te retiras porque no puedas,
mas bien te retiras por otra cosa.

Estos y otros muchos momentos
que hemos vividos juntos,
nada, ni nadie me los quitará jamás.
Gracias por ser mi amigo.
13-XII-2008.

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