DESENGAÑO Y MUERTE DE ANTONIO MONTOYA
La Noche está llorando.
La Noche llora, que llora.
La Noche negra sin luna,
gime por las callejuelas
del Sacromonte y Granada
por La Alhambra y las riberas
del río Genil y el Darro.
La Noche a escondida llora
para que nadie la vea.
La Luna Niña no viene.
La Luna Niña no llega
aunque la están esperando
pero la Luna no llega.
Hay quien dice que la vieron
por el Zaidin paseando
también sentada en un banco
por un amor suspirando.
La Luna Niña ya sabe
que al gitano lo mataron
una noche los civiles
en lo hondo de un barranco.
Cuentan y no paran de contarlo,
que los civiles pillaron
Antonio Montoya
robándole el corazón
a una moza cortijera
de apenas quince años.
La Luna Niña lo sabe
y su pena va llorando,
jura no enamorarse
nunca más de un gitano.
Y la reclama la Noche
que negra lo está pasando
por las calles de Granada
y a las orillas del Darro,
y suspira el Veleta
su nieve está llorando
pues nadie mira hacia ella
su espejo está opaco.
Luna Niña, Luna Niña,
¿Por qué no vienes?
¿Por qué sigues tú llorando?
Si el gitano que ha muerto
a ti te estaba engañando.
Y te engañaba lunita;
con una moza cortijera
de apenas quince años.
Cuatro civiles lo llevan
muerto sobre cuatro palos
en su camisa tan blanca
han florecidos geranios.
Una jaca jerezana
con jaeces repujados
galopa libre sin freno
por olivares y prados.
Y en los olivares verdes
los vientos van pregonando
la muerte de aquel Montoya
que fue muerto en el barranco.
Lo mataron los civiles
cuando pretendía robar
una azucena muy bella
de un cortijo muy privado.
A la sombra de un olivo
hay civiles descansando
mientras se juegan la faca
que mide más de un palmo,
una navaja manchega
que corta lo más sagrado.
Los civiles, se la juegan;
se la juegan, a los dados.
Antonio Montoya;
gitano de veinte años
está muerto en el suelo
en un olivo cercano
en su pecho le florecen
flores rojas de geranios.
La Luna Niña no viene,
en la calle está llorando,
nadie sabe si es que llora,
por la muerte del gitano,
o llora por que ha sabido
que la estaba engañando.
La Luna Niña no viene
su pena sigue rumiando
mientras recorre las calles
vestida con satén blanco.
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