18 ene 2011

ESPERANDO

ESPERANDO, ESPERAS

Noche regia, donde nadie duerme
y todos esperan a lo que no llega.

Espera la oscuridad a que de nuevo la luz
regrese a deslumbrar las estrellas.
Esperan las gotas del roció
que en las noches se despiertan, esperan;
que las enfríe la noche para dormir en la hierba.
Esperan las nubes densas, esas nubes negras, negras
que su lluvia se desprenda y se funda con la tierra.

Espera la mujer embarazada espera,
a que nazca ese hijo que tanto, tanto desea.
El ser que lleva en su seno;
su felicidad completa.
Espera un trozo de ella
y con ese ser; ella espera
que se renueve su amor
y que el tedio salga fuera.

Espera la noche, espera
a que llegue la alborada
y con la luz del sol
el día nuevo amanezca.
Espera el campo árido,
espera que de nuevo un día llueva.
Esa lluvia es la sangre,
que galopa por sus venas.
Esa lluvia sangre y vida
que a la vida lo despierta.

Espera; es la espera,
la que desespera a aquel;
ese que siempre está,
está muy solo en su espera.

La joven espera, impaciente;
ella espera, que venga el joven
con quien ella siempre sueña,
el que se demora y tarda
ese que tarda y a veces nunca jamás llega.

Espera el joven a que el tiempo pase
y que el tiempo jamás vuelva.
Pues esos tiempos pasados
son solo recuerdos vanos
de los tiempos ya lejanos,
que no son buenos ni malos,
y que quizás nunca vuelvan.

Esperan las aves la primavera
esplendores, luces nuevas
praderas que cubran flores,
hierbas verdes que se mezan,
flores sencillas y humildes
muy coloridas y tiernas.
Primaveras que se fueron
y quizás, jamás ya vuelvan.

Los viejos y retorcidos castaños
que duermen por las laderas,
esperan nuevos otoños
para vestir galas nuevas,
visten con lindas libreas
en los otoños que llegan.

Espera, espera la noble anciana
que pase la noche eterna
y de nuevo el día vuelva.
Quizás ese día nuevo,
quizás a ella no le duela,
esos mil y un dolor
que en las noches sempiternas
dormir a ella no dejan.

Espera, de verdad que siempre espera,
el agua que mortecina descansa
en la pila marmórea
de la fuente verde, verde
que hay en la plaza vieja.
Donde cantan los niños al corro
cantan canciones muy viejas
y mientras cantan esperan
que pase el tiempo cansado
en el reloj de la torre,
donde habitan las cigüeñas.

Y tú amor mío, cada primavera esperas,
yo te veo esperando sin que tú a mí me veas.
¿Tú amor mío; dime tú?
¿Tú, que esperas?

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