27 may 2012

DECIRLES QUE YO LOS QUIERO


MI VIDA

Un sendero que se acaba al borde del precipicio,
un destino que depara el proseguir un camino,
un sendero tortuoso que para mí se ha escrito.
Mi vida, esta es mi vida, la que les voy a contar
que si bien tiene un inicio, ignoro yo su final.

Abatido yo me encuentro entre estas cuatro paredes 
que hoy es mi apartamento.
Hace poco lo llenaban la alegría y la sonrisa de un niño, 
el amor y un gran cariño de una bella mujer; 
esposas, amante, madre… todo junto y la vez.
Pero llego la tristeza sin que nadie la esperara
y mi puerta encontró un día abierta y entró; 
sin que nadie la llamara. 
Se fue adueñando de todo, de nuestras vidas 
y reduciendo el espacio. Y aunque no muy grande era, 
sus paredes se juntaron.

Y un día, al volver a casa cansado de mi trabajo,
mi casa estaba vacía y una nota sobre la mesa 
escuetamente decía. ¡Te quiero! Pero me marcho!

Los busque por todas partes y le pregunte 
al viento de la mañana y a la brisa de la tarde 
y a la luz de las farolas y a las nubes soñadoras 
y a la luna picarona y al sol de un día radiante 
y a las aves que volaban del valle a la serranía.
Nadie supo darme norte, ni siquiera contestarme.

Empecé yo a pensar en que podía haber fallado: 
Respuesta nunca encontré, aunque sí yo he pensado; 
que no la supe yo dar todo el amor y el cariño, 
que ella hubiese deseado.

Mi vida; nuestras vidas se basaban 
de la casa al trabajo y del trabajo a la casa 
sin tener tiempo ni espacio para querernos y amarnos, 
como ambos deseábamos.
Soñar sí que soñábamos, 
soñábamos con tener un piso nuevo, 
más grande, más soleado, con unos muebles
lujosos y en buen barrio situado 
y un coche de gama alta para poder desplazarnos.
Y estos eran nuestros sueños, 
el tener más y más dinero y menos, 
menos tiempo para juntos ambos estar.

Apenas si nos hablábamos, apenas si nos amábamos, 
apenas si nos veíamos, cuando uno en casa entraba 
el otro marchado había.
Creo que éramos dos extraños, que un espacio compartían.

Ahora me sobra de todo; casa, muebles, coche, 
dinero no quiero más, no sé yo como gastar el poco que yo poseo, 
si en ganar el dinero hay algo de felicidad, 
yo la busco y no la encuentro si conmigo tú no estas.

Los busco por todas partes y en las tardes del estío 
en la baranda del puente la tenue brisa del río 
me ayuda a recordar, yo recuerdo amor mio.
Recuerdo cuando era un crio 
aquella tarde de invierno que llovía y hacia frío 
que en un traicionero charco metiste el lindo zapato 
y te pusiste a llorar pues quedo lleno de barro.
Te consolé ¿lo recuerdas? y limpie tu lindo pie
y nos hicimos amigos y juntos fuimos creciendo
y de amistad al cariño nuestros corazones tiernos   
se fundieron a la vez.
Nos casamos aún muy jóvenes 
y pronto nuestro amor y cariño 
dieron de fruto un niño y yo seguí trabajando 
y ahora con más ahínco y tú te fuiste de mí; 
sin darte cuenta alejando entregándote a tu hijo.

Por favor, brisa de mayo, vientos de octubre y marzo, 
nubes de tiempos pasados, estrellas de noches claras, 
luces de las alboradas decirle si es que la veis 
que yo la sigo amando y añoro esa sonrisa 
y su mirada tan limpia y sus cabellos dorados 
y su linda naricilla y echo de menos su cuerpo 
acurrucado en el mio en esas tardes de invierno 
en que llueve y hace frío.
Decirla que yo la quiero, que yo la sigo buscando 
y muero y me desespero, no sé quien la estará amando 
ni cuales serán sus sueños, ni quién será ahora amor mío
el padre del hijo mío de quien extraño, sus llantos, 
sus besos, sus sonrisas y balbuceos.

Decirle amigos míos que hay tristezas en mi nido, 
y soledad en mi vida y le falta la alegría y carezco de cariño. 
Decirle que yo los quiero, como nadie ha querido.




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