Era una noche oscura
en que nubes ocultaban,
los tibios rayos de luz
que mi camino alumbraba.
Era una noche negra
en que estrellas rilaban
contándose unas otras
los misterios que guardaban.
En el malecón del puerto
sobre unas redes esperaba,
el puerto está en silencio,
los barcos con gran sigilo,
mueven, sus perezosas amarras.
Suaves se balancean,
es que el mar está en calma.
Yo espero,
mirando al mar que me habla.
Me habla con su murmullo,
me cuenta lo que te pasa
y yo me quedo tranquilo
viendo este mar que tú amas,
en calma, cariño en la calma.
dejo un rayo escapar
y su luz se refleja
sobre el azul de tú mar.
Entre sus suaves olas te veo,
te veo, cariño mío nadar.
emerge de lo profundo
un solitario peñasco
donde se rompen las olas,
y descansan las caracolas
que a ti te están esperando.
Posada, de la roca en lo más alto
una gaviota grazna
mientras contempla las olas
tranquilas, como se bañan.
Las olas juegan con las rocas
estrellándose sobre ellas
vertiéndose en espuma
iluminada de estrellas.
Báñate cariño mío,
juega en esas tus aguas
que si pudiésemos escucharlas
lo que a nosotros nos cuentan
nos contarían tristes historias
aventuras, batallas...
sin cruces, tampoco alias
ni flores sobre sus lapidas.
Lapidas solo de arenas
que pulen, limpian y bailan
con anónimas osamentas
que están, en su lecho olvidadas.
en ese tu mar en calma.
Mar que es el arca de espuma
de espuma blanca que guarda
en lo más íntimo de si
tu limpia y pulcra alma.
Yo vendré cada noche
al malecón y a la playa
para verte a ti fundirte
con esa tu espuma blanca.


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