Hola mi pequeño;
de nuevo quiero yo hablarte
de este tiempo que ya pasa,
de primaveras que parten
porque su tiempo se acaba.
De veranos que irrumpen
cual ladrón que entra en casa
él le roba al personal su sudores
y en días de canícula,
los despoja hasta del habla.
Y así vamos con los tiempos
de estaciones que ya pasan
que nunca ellas nos traen
lo que en ellas se alaba.
Solo se cumple el tiempo
que los calendarios marcan,
que los relojes registran
y en las arrugas se narran.
Nosotros ya caminamos
hacia el ocaso que acaba.
Ocaso que es lo contrario
de la luz de la alborada.
Y mientras el tiempo pasa
tu florecilla inocente que es;
gentil, es linda e inocente
es la luz de la alborada
que nace, crece, es feliz...
Su entorno la cuida y la protege.
Ella tiene un futuro mientras
nuestro tiempo acaba.
Cada día al despertarnos
contemplamos la luz del alba
colarse por la ventana
solo podemos, dar gracias.
Un día más que en esta vida
el augurio nos regala.
Para ver tu florecilla silvestre crecer
convertirse en la flor más linda
más perfecta, más galana…
Ella realzará los campos
en primaveras cercanas.
Y sus lindos pétalos
acogerán con amor
las traslúcidas y prefectas,
amorosas a la vez
gotas del roció de la noche
para que las bese el sol.
David, cariño, mi amor
tú siempre estás conmigo
vives y moras en mí
y en todos los corazones
de aquel, que te conoció.
