27 abr 2009

MELANCOLIA DE UN DOMINGO LLUVIOSO

ES DOMINGO Y EN LA CALLE Y EN EL CAMPO; LLUEVE Y LLUEVE.

Es una tarde de domingo
y en la calle llueve.
Las gentes se cobijan
bajo sus paraguas,
caminan deprisa por las aceras
y yo, aunque lo intentó,
no puedo ver sus caras.
Rostros que supongo sonrientes y alegres,
pues es domingo y los domingos
las gentes sonríen,
pues son felices y están alegres.
Aunque en la calle y en el campo;
Llueve.

Yo desde mi ventana observo la calle
y a las gentes que van y que vienen
y a los árboles y al césped del parque
que están muy felices con la lluvia
y están más alegres y más verdes.
Pero es domingo y en la calle y en el campo;
Llueve.

En el salón de mi casa alguien lee el periódico
y la tele habla y habla en su mueble,
sin que nadie oiga lo que dice
y cambie de imagen constantemente,
sin que nadie la mirara y a nadie interesara.
Quizás pretende llamar nuestra atención
y sin embargo; nadie hace caso a la tele.

Yo sigo mirando por mi ventana viendo como llueve
alguien sigue sentado en el sofá del salón y lee.
Es domingo y en la calle y en el campo;
Llueve.

Al final de la tarde las luces de mi calle
se encienden y se apagan los colores verdes
de los árboles y del césped del parque
y la calle adquiere ese brillo de charol
que cuando está seca ella nunca tiene.
Y las farolas de mi calle tienen un aura
cuando llueve, y las invade un ejército
de pequeñas y brillantes luciérnagas
que sin que nos demos cuenta
caen hacia el suelo y mueren.
Es domingo y en la calle y en el campo;
Llueve y llueve.


Y poco a poco y sin que me dé cuenta
de cómo, ni de cuando ya la gente,
de las calles desaparecen
y la lluvia deja de caer
y se apaga el brillo de charol
y el aura de la luz de las farolas
luciérnagas ya no tienen.

El domingo se acaba y las calles
quedaron ya vacías
y las farolas alumbran al silencio
que a la noche envuelve.
El domingo se va hasta que llegué
de nuevo el sábado que viene y ahora;
Ya no llueve.

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