NOSTALGIAS
Sentado
en mi banco
del
bulevar de las sombras.
Sombras
de luna de plata,
sombras
que huelen a otoño,
sombras
de nostalgias viejas,
Yo
barrunto el otoño
que
huele a melancolías
de
tiempos que ya se fueran,
de
noches efímeras, alegres,
burlescas
de
días con horas largas,
con
horas casi eternas.
La
brisa del norte,
sibilina
suave y fresca,
con
las hojas de los álamos
bailan y
se van de juerga.
Una
hoja, de un tilo cercano,
se arroja
al vacío animosa,
inconsciente y
ciega.
Y
gira, y gira en el aire,
y
vuela y vuela y vuela
sin
prisa, sin ganas,
sin
ninguna meta,
como
joven que sueña y sueña.
Despacio
ella se desplaza,
se
agarra a las alas del aire
y
en ellas trabada se queda.
La
hoja cae a mis pies
y
junto a ellos, se quedó varada,
se
quedó muy quieta.
Varada
cual barca tendida al sol,
en
una playa olvidada y sola.
Las
hojas de los olmos
de
la alameda,
bailan
sin cesar y sin cesar juegan
con
los vientos del norte que traen
en
sus alas aromas de tierras lejanas
de
tierras remotas e ignotas.
Las
hojas a mí me hablan,
las
hojas me cuentan sus penas,
me
dicen de sus esperanzas,
testamentos,
de vidas muy cortas.
Las
hojas cubren poco a poco
calles,
asfalto y aceras
y
el viento celoso las junta a todas
para
que se sequen y muy juntas
ellas
mueran.
Las
hojas me dicen, me dicen;
que
el otoño llega,
que
los árboles de las alamedas
muy
desnudos poco a poco quedan
y
muestran ocultos secretos
al
que mirar, hacia ellos quiera.
Yo,
he visto los nidos de los ruiseñores,
de
jilgueros y de las cornejas,
todos
ellos muy solos y desnudos,
esperando
con mucha impaciencia,
a
que sus dueños vuelvan,
quizás,
en próximas primaveras.
En
los troncos desnudos he visto,
heridas
de guerras,
de
hachas blandidas por manos ajenas
y
nombres escritos con mimo,
corazones
que letras encierran,
letras
que hablan de amores,
de
amores lejanos o cercanos,
de
amores; y esperanzas nuevas.
Me
gusta sentarme en las tardes
oscuras,
cuando
el otoño llega,
me
gusta a mí sentarme
en
los bancos de la alameda,
y
contemplar en silencio
los
olmos desnudos,
con
sus nidos vacíos,
con
las hojas que pocas les quedan
y
también, también, también,
sus
cicatrices de, antiguas guerras.
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