11 dic 2019

EL POETA DEL

ALBA.
Hoy no he escuchado su voz, 
su voz,
que en la brisa anda, 
ni pude hoy yo soñar 
con los versos 
que al aire él declama.

Ya enmudeció aquel poeta 
que cantaba a la alborada, 
que sus versos refulgían 
como los peces en el agua.

Ya se calló aquel poeta 
que tanto y también cantaba, 
aquel, que cantaba al sol, 
a las nubes, a las noches, 
a las tardes soleadas- 
Cantaba él al amor 
y a la luz de las mañanas.

Calló su voz para siempre, 
enmudeció su garganta 
una mañana temprano 
que no lo visitó el Alba.

Su musa no apareció, 
su corazón se secó, 
su alma es un río de lágrimas
que ahogan su propia voz.

La mudez de aquel poeta 
que cantaba a la luz 
de la mañana, 
que sus versos tan divinos
al aire los declamaba, 
nos ha constreñido al alma.

Esta mañana temprano 
me levanté con el alba 
y encontré a mi poeta sentado 
en la puerta de su casa, 
su corazón estaba vacío, 
llorando estaba su alma, 
su boca era un desierto 
de arenas resecadas. 
En él estaba el amor ausente 
su fe se había vuelto nómada
y abandonado su casa.

Enmudeció para siempre 
aquel poeta que sus versos 
en el aire y en la luz,
cada mañana colgaba. 

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