ALBA.
Hoy no he escuchado su voz,
su voz,
que en la brisa anda,
ni pude hoy yo soñar
con los versos
que al aire él declama.
Ya enmudeció aquel poeta
que cantaba a la alborada,
que sus versos refulgían
como los peces en el agua.
Ya se calló aquel poeta
que tanto y también cantaba,
aquel, que cantaba al sol,
a las nubes, a las noches,
a las tardes soleadas-
Cantaba él al amor
y a la luz de las mañanas.
Calló su voz para siempre,
enmudeció su garganta
una mañana temprano
que no lo visitó el Alba.
Su musa no apareció,
su corazón se secó,
su alma es un río de lágrimas
que ahogan su propia voz.
La mudez de aquel poeta
que cantaba a la luz
de la mañana,
que sus versos tan divinos
al aire los declamaba,
nos ha constreñido al alma.
Esta mañana temprano
me levanté con el alba
y encontré a mi poeta sentado
en la puerta de su casa,
su corazón estaba vacío,
llorando estaba su alma,
su boca era un desierto
de arenas resecadas.
En él estaba el amor ausente
su fe se había vuelto nómada
y abandonado su casa.
Enmudeció
para siempre
aquel
poeta que sus versos
en
el aire y en la luz,
cada
mañana colgaba.
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