7 abr 2020

SEMANA SANTA

DOS MIL VEINTE

Jueves Santo,
las calles vacías, 
cerradas las iglesias,
no huele a incienso
ni tampoco a cera,
y en esos balcones 
cuelgan solitarios 
los lindos claveles
que están que revientan
esta primavera. 
Mudas están las calles
de, sentidas saetas.

Los fieles desde sus luceras 
contemplan las calles vacías,
el silencio camina por ellas
y va acompañado 
de una fe profunda 
y una gran tristeza.

No se ven los pasos 
hacer penitencia, 
ni a los nazarenos 
portando sus cruces
arrastrar cadenas
llenando el ambiente
con olor a incienso
humo de las velas
y el cante roto
de una saeta que
rompen los silencios
en las noches estas.

No se escucha el mazo 
golpear la pieza, 
ni al capataz gritar 
¡Vamos, vamos muchachos! 
¡Arriba, al cielo! 
¡Al cielo con ella!

Qué triste está 
mi Andalucía 
en esta semana 
de fe y penitencia.
Sevilla se siente, 
se siente muy triste. 
Muy huérfana está
mi España entera.

El Cachorro triste 
muy solo en su iglesia 
y la Macarena llorando, 
llorando su pena
sin que nadie pueda 
consolarla a Ella.
El Puente Triana
esperando queda.

Qué triste está 
mi Sevilla, 
el silencio en sus calles impera
por las calles de mi Andalucía
esta primavera,
no se escucharán
las tristes saetas
Llorando está 
mi España entera.

La gente en sus casas 
cerradas las puertas 
iglesias vacías
no hay fieles en ellas 
y todos sus santos 
encerrados quedan.

Mañana quizás 
cuando esto pase 
y se abran todas esas puertas, 
quizás, si quizás,
tengamos en cuenta 
que somos los culpables 
de esta pandemia
por vivir de espaldas 
a la Naturaleza.

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