PERDÓN, PERDÓN.
He comprendido al final,
después de tanto llorar,
de esperar a que volvieras.
He comprendido al final
que tu sendero y el mío
no se volverán a cruzar.
Y eso lo he comprendido
porque te quise olvidar
y nunca lo he conseguido.
Un día hace ya tiempo
sin que yo lo esperase
me dijiste aquellas frases
que nunca pensé oír.
Dijiste, que te marchabas,
que lo nuestro se acababa
que no podías seguir
engañándote a ti misma
a tu corazón y tu alma
nunca; los podrías mentir.
Mas, yo no te comprendí
y me sentí engañado
y por ti abandonado
algo que nunca creí
que yo pudiese sufrir.
Hoy yo he comprendido
que el amor es una flor,
que nace que es un primor,
que con el tiempo madura,
que adquiere la hermosura,
y de su aroma el cenit.
Que con el tiempo se mustia,
es el momento de hacerle
revivir y renacer
y que vuelva a florecer
para volver a crecer
renovando su ternura,
sus aromas y hermosura,
y que en el tiempo perduran
para que no tenga fin.
Y así una vez y otra
al amor se le mantiene
en esplendor y frescura
y el amor nunca se muere.
Y eso no lo supe hacer
yo al amor le vi nacer,
crecer en esplendor y dulzura
y creí que nunca, nunca, nunca
ese amor se pudiese marchitar.
Pero yo inconscientemente
deje a ese amor acabar.
No
supe yo comprender
que
a nuestro amor
yo
lo hice perecer. Perdón, perdón.
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