2 mar 2024

HABLANDO CON DAVID 2024-XVIII (SU MADRE)

El tiempo pasa sin detenerse 
a pensar un solo momento 
ni conceder esperanzas.
El tiempo no se detiene, 
avanza, tan solo avanza.

Las hojas del almanaque 
que en nuestra cocina mandan. 
Marcan impasible del tiempo, 
su ritmo y su ventaja.
Las hojas del almanaque 
se desprenden de sus garras 
cual los copitos de nieve 
que las ventisca desgarran.

El tiempo inexorable 
sin notarlo se resbala.
Y nosotros esperamos un hecho,
mas nunca sucede nada.

Tú no vuelves, tú no llegas, 
ni al ocaso, ni al mediodía, ni al alba.
Tú te fuiste para no volver jamás
con la tarde que junto a ti pasaba.
Ella te recogió en su seno, 
te arrebató sin falacia 
de los brazos de tu madre 
que en ese momento a ti,
te acariciaba y besaba.

Dejo en mi corazón una herida,
por la que, mi corazón se desangra 
y en lo más recóndito de mi ser
mi alma fue traspasada 
por la pena y el dolor 
que nunca jamás descansan.

Todas las tardes espero 
que aquella tarde devuelva 
lo que, en tiempo y silencio, 
de mis brazos me robara.
Y lloro, lloro en silencio 
y en el silencio te hablo 
a ti mi hijo del alma
que aquella tarde de octubre 
en silencio me dejabas.

¿Dónde estás que nunca has vuelto?
¿Por qué tú ya no me hablas?
¿Dónde estás tu hijo mío? 
Sin ti no tengo esperanza.

El tiempo no se detiene,
el tiempo en silencio siempre, 
solo anda, anda, anda. 


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