El tiempo pasa sin
detenerse
a pensar un solo momento
ni conceder
esperanzas.
El tiempo no se
detiene,
avanza, tan solo avanza.
Las hojas del
almanaque
que en nuestra cocina mandan.
Marcan impasible del tiempo,
su ritmo y su
ventaja.
Las hojas del almanaque
Las hojas del almanaque
se desprenden de sus garras
cual los copitos de nieve
que las
ventisca desgarran.
El tiempo inexorable
sin
notarlo se resbala.
Y nosotros esperamos un hecho,
Y nosotros esperamos un hecho,
mas nunca sucede nada.
Tú no vuelves, tú no llegas,
ni al ocaso, ni al mediodía, ni al alba.
Tú te fuiste para no volver jamás
con la tarde que junto a ti pasaba.
Ella te recogió en su seno,
Tú te fuiste para no volver jamás
con la tarde que junto a ti pasaba.
Ella te recogió en su seno,
te arrebató sin falacia
de los brazos de tu madre
que en ese momento a ti,
te acariciaba y besaba.
te acariciaba y besaba.
Dejo en mi corazón una herida,
por la que, mi corazón se desangra
y en lo más recóndito de mi ser
mi alma fue traspasada
por la pena y el dolor
que nunca jamás descansan.
Todas las tardes espero
que aquella tarde devuelva
lo que, en tiempo y silencio,
de mis brazos me robara.
Y lloro, lloro en silencio
Y lloro, lloro en silencio
y en el silencio te hablo
a ti mi hijo del alma
que aquella tarde de octubre
en silencio me dejabas.
¿Dónde estás que
nunca has vuelto?
¿Por qué tú ya no me hablas?
¿Por qué tú ya no me hablas?
¿Dónde estás tu hijo mío?
Sin ti no tengo esperanza.
El tiempo no se detiene,
el tiempo en silencio siempre,
solo anda, anda, anda.
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