2 dic 2011

A NADIE, Y A TODOS

Un día hace tiempo, mucho tiempo que casi ya no me acuerdo, alguien me dijo.
.- No des nada de lo que tengas, pues te quedaras sin ello. 
Y esos es verdad. Pero si no compartimos para que queremos lo que nos han dado. Desnudos nacimos y desnudo la tierra nos volverá abrazar.
Otro más tarde me dijo.
.- Nunca prestes nunca a un amigo, pues si este, no te pudiese pagar, te negara hasta el saludo. Y serás tú, el que más lo sufrirás.
Y esto es también verdad. Pero la verdad es que no me importa el dinero perdido. Lo que más me importa es; que pensaba que tenía un amigo y solo, tan solo tenía a mí lado un parasito, que esperaba el momento para sablearme. Y sin embargo, tampoco eso me importa.
Cuando yo trabajaba.  Digo trabajaba, pues eso es lo que hacía desinteresadamente para mi parroquia y la verdad es que trabajaba muy duro. Comprobaba con pena que cuando subía al presbiterio y desde el ambón pedía a los feligreses que aportasen una ayuda económica para “la parroquia“, ellos, casi todos aportaban su granito de arena y la mayoría lo hacían con mucho esfuerzo y anónimamente (Esto último, yo se lo desaconsejé para que pudiesen desgravar sus aportaciones en la declaración de la renta. Les prometí, y lo cumplí, que mantendrían sus aportaciones y sus nombres en el anonimato con respecto a los curas y a los demás feligreses). Tanto es así, que cuando por cualquier circunstancia un mes no podían hacer su aportación económica, unos, me mandaban una nota personal, otros, me lo decían en una aparte cuando concedíamos en alguna celebración en la parroquia, después cuando llegaba la hora de dar cuentas al fisco, yo les enviaba a su casa el justificante de sus aportaciones y muchos lo que les desgravaba Hacienda lo entregaban a la parroquia. Eso se le llama generosidad.
Después de este preámbulo, voy a lo que quería decir. Desde mi situación de ecónomo de varias parroquias, veía con bastante frecuencia, que algún feligrés lo estaba pasando mal y más de una vez se lo comenté a los curas, con la intención de que desde la propia parroquia lo ayudásemos, pues muchas veces, era un problema circunstancial y pasajero por una mala racha.
Respuesta por parte del clero -¿Te han pedido ayuda?- Pues no, no me la han pedido, pero quizás sea por vergüenza. Contestación  por parte del clero. -El que necesita que pida y ya veremos si podemos hacer algo por ellos, lo mejor, si te vuelven a decir algo, es enviarlos a Caritas.
Con esto, se lavaban las manos olímpicamente y se rompía la cercanía, la confianza, y otros vínculos que deben existir entre la parroquia (cura) y los feligreses.
Qué fácil es el echar el peso sobre los demás y quedar bien. La verdad es que no son todos los curas iguales a los comentados, pero nadie me negará que aún quedan, muchos de ellos. Una verdadera pena.
También trabajé como voluntario, para el Proyecto Hombre, acompañando a jóvenes que querían desengancharse de la droga y necesitaban que alguien los acompañase durante un tramo del tratamiento de desintoxicación. Para poder hacer mi trabajo, deje de salir los domingos con mis amigos en bici y salía con estos chicos, que la verdad eran un problema y que costaba un gran esfuerzo ganártelos. En más de una ocasión mis amigos y compañeros de bici, se vinieron conmigo y con los chicos con la bici al monte. Dediqué mucho de mi tiempo libre a esta labor, hasta que ya no pude más. Pues cuando uno de los chicos a los que había acompañado durante meses volvía a recaer, era yo el que casi enfermaba. Muchos de ellos se llevaron una gran parte de mí. Recuerdo que un día, cuando bajaba del monte con mi esposa y unos amigos, me encontré a uno de ellos, uno de los que yo pensaba que tenía posibilidades de rehacer su vida fuera de la droga. Digo, me lo encontré en un rincón del camino con la jeringuilla clavada en la lengua inyectándose una dosis. Con el tiempo deje las parroquias y el Proyecto Hombre pues tanto me impliqué que podría haber enfermado. Quedé muy desengañado del clero, que no de mi fe que esa quizás se reforzó y decidí darme a los demás de otra manera, sin tener que depender de ninguna institución ni de nadie en particular.
Pensé que podría ser un poco más feliz y casi lo conseguí, pero aquí también he sufrido muchos desengaños y me he sentido muy mal muchas veces.
He visto con mucho dolor, como personas con las que he compartido mucho tiempo, por las que yo he dejado de hacer lo que me gustaba por acompañarles cuando ellos me lo han solicitado, siempre he estado a su entera disposición, no he tenido, ni han tenido que tener en cuenta, mis deseos sino solo los suyos y a mí no me ha importado, ni me importa, ya que para mí ellos son los importantes.
Pero lo que si me importa es que muchos se han ido. Y se han ido, como los ladrones por la puerta de atrás sin decir ni tan siquiera adiós y eso sí que hace daño.
- No prestes a un amigo, pues si no tiene con qué pagarte, te negará el saludo.
Que “envidia” he tenido siempre de esas personas que están, pero que no están. Esas que cuando se las preguntan, nunca responden. Esas que siempre quedan bien con el último que hablan. Esas que nunca hacen nada, que no sea digamos quejarse. Esas que siempre van de buenas y que nunca opinan, para no tomar ninguna responsabilidad. Esas que cuando las necesitas, ¡caramba! Si ya no están. Esas…
Yo siempre sé y he sabido y es algo que he tenido muy claro,
qué tome la decisión que tome, siempre quedaré mal,
pues uno lo comprenderán, otros solo pensaran que los he abandonado.
Y esto es verdad, más no me importa, ni me debe de importar.

Pero a mi cada vez me quedan muchas menos fuerzas,
estoy cansado, tan cansado que ya casi no puedo remar.
Yo también me estoy desangrando por las heridas de guerra
y ahora en concreto, tengo una que no para de sangrar.

Sufro a solas y en silencio y no dejo de penar
y siento mucha nostalgia mirando el camino andado, 
mirando los pasos dados, mirando lo que he luchado,
mirando tiempos pasados. Mirando; sencillamente hacia atrás.

Quizás un día muy cercano, me tenga que plantear
el hacer un cambio de rumbo, sin volver la vista atrás,
sin mirar hacia el borde del camino, donde pudiesen quedar
personas a las que quiero y no podré olvidar.
Personas, que sin quererlo un día de mí se acordarán
no sé si para bien o para mal.   
Quizás me recuerden un día, quizás.

Yo ya no tengo la fuerza, para seguir caminando, 
no me quedan ya más fuerzas, para poder guerrear
en esta guerra tan buena en la que me gusto luchar.
Mis fuerzas e ilusiones y mis ganas de luchar 
se la llevaron algunos que no sé, dónde andarán.

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

HOLA: "A NADIE,Y A TODOS"
ME HA LLAMÓ MUCHO LA ATENCIÓN. COMO PERIODISTA. ES FASCINANTE, ESTA PARTE DE TU BIBLIOGRAFÍA. ME HA DESPERTADO EL VICHITO DE LA INVESTIGACIÓN.
YA SE QUE HAS TRABAJADO COMO ECÓNOMO. EN UNA INSTITUCIÓN "MUY COMPLEJA". Y COMO GUÍA Y APOYO PARA CHICOS, EN APUROS.
Y QUE ERES CASADO.
(SI TIENES UN CORREO Y NO TE PARECE PROBLEMÁTICO) ME LO ENVÍAS AL MIO. EL CUAL, ENCONTRARAS EN LA PARTE ALTA DE MI BLOG.
ADEMÁS, TE PUEDO ENVIAR MI PRIMER LIBRO DE POESÍAS VIRTUAL, EL QUE PUBLIQUÉ A FINES DEL 2009.
TU NUEVA AMIGA, QUE ESTA ENCANTADA DE COMO ESCRIBES.
UN ABRAZO DESDE AMÉRICA
EVA MARGARITA.