20 nov 2017

SOLILOQUIO

TE EXTRAÑO.
Me dices que de nuevo 
me has encontrado.
Me dices que me buscaste 
y que al fin me has hallado.

Mas; 
¿A quién tú has encontrado? 
A mí, o quizás has vuelto 
tú encontrar aquella imagen 
que, de mí, tú te formaste.

Quizás por eso, por haberme 
tú endiosado 
yo tuve que marcharme 
de tu lado. 
Bien tú lo sabes, 
que yo no te pertenezco. 
Que yo no pertenezco 
ni a ti, ni a nadie.
Tan solo pertenezco a Dios
y al aire.

Yo también tengo recuerdos.
Recuerdo el placer de recorrer 
con mis manos 
cada rincón de tu cuerpo.
Recuerdo respirar el aroma 
de tus sueños.
También recuerdo oírte llamarme 
en sueños.
Yo recuerdo el cálido y suave tacto 
al abrazar tu cuerpo.
Como ves; yo también. 
Yo también guardo recuerdos.

Y recuerdo, cuando 
en las noches del estío 
en el balcón de tus sueños 
yo adormecido
contaba las estrellas del cielo,
del cielo de tu mirada.

Amor mío lo recuerdo; 
Yo recuerdo ¡aquellas! 
estrellas como alumbraban. 
Lucían, cual luceros en noches negras.

Recuerdo, cuando la brisa de la noche 
jugaba con tus cabellos 
y un mechón rebelde 
ocultaba tu rostro bello
de mi mirada.

Como odiaba, Dios mío, 
como lo odiaba. 
Odiaba aquel reloj traicionero 
que implacable marcaba 
la hora para dejarte.
Recuerdo yo amor mío; 
recuerdo, el paso impertérrito,
del tiempo que se acababa.   

Yo sí encuentro amor mío, 
como decirte lo siento, 
pero mi vida no es mía 
y aunque te busco y te encuentro, 
he de renegar de ti, de tu amor, 
de tus abrazos, de tus sueños 
y de tus besos y quizás, 
de tus recuerdos.

Tú me extrañas y yo te siento 
y aunque estés cerca de mí, 
me siento solo y muy lejos, 
solo y muy lejos de ti.
Aún puedo tenerte en sueños
pero yo, tan solo yo pertenezco
a Dios y al viento.

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