Esperé desesperado a
que tú llegases,
mas tú te demorabas y el sol ya se escapa
y ya se oculta tras las
cortinas escarlatas
que un generoso horizonte que trata
de cubrir su huida para
no encontrar
a la luna enamorada de ese sol
que ya se desliza por el rojo tobogán.
Espero, mas tú no llegas
y el sol hace mucho que se fue
y la noche ya se adueña de la ciudad.
La luna y las
estrellas hace tiempo que cubrieron
el cielo que del sol fue, el sitial donde reinó.
Poco a poco los neones
dan luz,
color, ternura y esa cálida hermosura
que es la luz de neón para la
ciudad a oscura.
A través de las
ventanas con las persianas subidas
se mueven sombras chinescas que la luz de
las viviendas
en los cristales proyectan y las muestra.
La sombras dicen; que en estas casas
hay vida.
Y tú no llegas, tú no
llegas y te demoras,
¿Quizás aún no sea la hora?
El reloj de la estación
marca la hora embrujada
y la luna es la testigo de mi espera y tu tardanza,
en
la esquina, en la esquina de esa plaza
que a esta hora está vacía, silenciosa y
apática.
¿Quién te retuvo mi
amor?
¿Quién te atrapó entre
sus brazos?
¿Fue quizás una flor de
un rosal del jardín,
del jardín que está en torno a tu casa?
Tengo flores hermosas
de fragancias olorosas
en el jardín de mi casa.
Flores que se marchitan
esperando tu
llegada.
Tengo una fuente
cantarina
que su agua es tan fresquita
que los rayos del rey astro
en ellas se
precipitan
para calmar su sofoco.
Mañana, estaré de nuevo
en la esquina de la plaza
esperando tu regreso
y mientras espero contemplo
a la gente, la gente
que por ella pasa,
y que en ella se divierte y se explaya.
No te entretengas amor mío
que las rosa del rosal
de mi jardín
te están esperando a ti
para poder mostrar su color y su fragancia.
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