...EL CORCEL DE LOS TIEMPOS.
Quise yo cabalgar el corcel de los tiempos,
los tiempos que se escapan montados en su grupa
por los infinitos caminos y senderos que cruzan
el
valle del silencio.
Cabalgue por los campos estériles de los
tiempos,
cabalgue por los valles protegidos de la lluvia,
los
frío, tormentas y los vientos.
Esos valles tan fértiles, tan verdes y tan llenos
repletos de los mil colores que alejan el
invierno,
saturados de suaves aromas a rosas y a
espliegos,
en ellos se escucha la música que interpreta
el viento cuando pasa, el triscar de las mieses
cuando el grano está pleno.
En estos campos fértiles se escucha el correr de los
tiempos
y es esa melodía la que marca el tranco del
corcel
que desbocado cabalga por la vida y los tiempos..
Por estos valles corren como por nuestros
cuerpos,
el caudal de la vida, sin él;
los valles, desiertos ellos serian y morirían los cuerpo.
Corrientes del agua de la vida que fresca y
cristalina
nacen junto al cielo, son hijas de las nieves
que cubren las montañas cuando llega el invierno.
Estos valles tan verdes, tan llenos de alegría,
de risas y ajetreos se encuentran al abrigo
de escarpados montes, gigantescos e inmensos
que con los pies en la tierra moran cerca del cielo.
Quise yo cabalgar el corcel de los tiempos
y nunca yo pensé, que ese bravo corcel
lo llevo yo muy dentro.
Nunca podré domar el corcel de los tiempos,
nunca jamás el tiempo podré yo dominar.
El tiempo es autónomo, él es independiente,
no tiene quien lo dirija, el tiempo está ausente.
El tiempo sin tener un amo ni un dueño,
el tiempo es de todos por un tiempo concreto.
Un día el corcel del tiempo se detiene
en la puerta de casa donde mora la gente,
su crin es tan lustroso, de negro azabache
este día no brilla y su mirada alegre
se torna torva y triste y es aterradora.
El corcel que relincha cuando libre galopa,
el día que se detiene sus crines son de estopa,
se vuelve solo al viento y tú ya no galopas.
Quise yo cabalgar el corcel de los tiempos,
queriéndolo domar, morí en el intento.
1 comentario:
Querido amigo: ¡Te he encontrado de nuevo!
No te pierdas. No te pierdas en el tiempo. Aunque cuando te pierdes en él, le hablas de tal manera, que el tiempo se detiene, pero feliz, para escucharte. Para mimarte y hacerte sonreír, al traerte recuerdos del pasado, deseados, pero que jamás, ni tú, ni nadie, puede repetir.
Pero te regala tiempo, para que vuelvas a vivir sueños e ilusiones.
¡Se feliz ahora! Aunque escribas con suspiros, lo que ya pasó.
Un gran abrazo. Eva
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