7 sept 2015

ADIOS A ESA GAVIOTA..

 ...QUE DICEN QUE UN DÍA MURIO DE AMOR.
Dicen que una gaviota, mi gaviota, 
aquella que un día en mi ventana se posó,
aquella que recortaba su vuelo en el aire
cuando yo paseaba por mi playa 
entre la arena mojada y la espuma de las olas.

Aquella gaviota que siempre me acompañaba 
hasta alta mar,
Siempre ella posada en una jarcia de mi linda goleta 
cuando el puerto dejaba cazando esos vientos 
que huelen a otros mares y que transportan sueños.
Y cortando las olas me alejo yo del puerto.

Aquella gaviota que permanecía las horas y las horas,
posada en lo más alto del faro que está sobre las rocas.
El faro que todo lo ve y a todos nos orienta.

Aquella gaviota dejo su nido abandonado 
y a su compañero cuidando sus polluelos.

Dicen que aquella gaviota murió triste y sola.
Murió entre las barcas varadas en la arena. 
Murió a la sombra de una solitaria palmera.
Una palmera que baila con el viento de Poniente 
y se mece con la brisa que trae el mar entre sus olas.

Hay quien dice, que murió de amor, 
que murió de melancolía, de dolor y pena.
Dicen que murió de inanición esperando ver  
en alta mar las velas blancas y negras de mi goleta.

Yo no lo sé, lo poco que yo sé,
lo escuché de un viejo pescador 
que remendaba sus redes mirando hacia el mar.
Aquel viejo lobo que vivió su vida en el mar 
que mil veces contra él se batió, 
de ella se apiado y su cuerpo enterró 
bajo la arena mirando hacia el mar. 

Aquella gaviota dicen que de mí se enamoró 
sin que yo lo advirtiera. 
De mí nunca escuchó palabra alguna de amor 
ni nada que eso, a ella dijera. 
Nunca una promesa de mí boca salió.
Quizás, mi gran admiración por su grácil silueta, 
por su vuelo perfecto, por su plumaje bello fue, 
lo que la confundió.
   
Aquella gaviota volaba como nadie
que el aire un día surcó.
Sus alas desplegadas el aire dominaba
y el aire siempre, siempre a ella se acomodó.
Era ella la dueña del viento y el cielo dominaba, 
era soberana del duro escarpado 
donde tenía su nido allí en su cobijo criaba 
ella a sus dos hijos.
Bailaba con las olas que iban y venían
la espuma la adornaba y ella se sentía
la señora de la mar, del aire y de la vida.  

Mas ella nunca supo que mi corazón, 
tenía otro dueño que ella no conoció.
Que yo tenía mi nido en otro farallón
de una playa remota, de otro mar lejano
con otras gaviotas, con otras lindas olas, 
con otros pescadores que remiendan sus redes 
entre barcas varadas y sombras de palmeras.

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

Querido amigo:

Muy linda, muy linda, la historia de esta gaviota.

Pero estas decidido que la pequeña gaviota, que llegó hasta ti, muera.

Pero esta pobre pequeña gaviota, estaba confundida, perdida y no se quedó a tu lado.

Recordó la muerte de tu gaviota y la de la mía, y decidió retornar a su destino.

¡Pobres gaviotas! Nos van acoger miedo.

Querido amigo como siempre, tu poesía es hermosa, muy hermosa.

Un abrazo grande, de tu amiga, Eva