AQUELLOS DÍAS DE REYES
Mi corazón
latía cual caballo
que quería que
le soltasen sus riendas.
Corría por la
casa desbocado
queriendo
llegar al salón
de nuestra humilde vivienda.
A los pies de
aquel árbol
ya muy mustio y muy ajado
por los días
que llevaba
en ese cuarto encerrado.
A los pies de
nuestro árbol
yo había colocado muy lustrados
mis remendados zapatos.
Mis hermanas
abrían ya sus regalos
entre gritos de
alegrías y desgarros,
desgarros de
los papeles tan bonitos
que cubrían la
ilusión de unos niños
nerviosos,
ilusionados, alborotados…
Mis padres
contemplaban
con delirio la alegría de
sus hijos
junto al árbol entronado.
Yo abrí como
pude los paquetes
que había más
próximos a mis zapatos.
Busqué lo que
tanto y tanto
yo estaba
esperando, pero sólo,
tan solo yo
encontré, libros, ropa
y también unos
nuevos zapatos,
unas galletas
de barquillo
con blanca nata entre estas,
unos caramelos
metidos en mis zapatos,
un pedazo de
turrón
duro y mal fraccionado,
mas no había
entre ellos,
mis regalos tan
soñados.
Ni el balón con
él que tanto
había yo fantaseado,
tampoco ese
juego nuevo
del que me
habían hablado.
Ambos yo; a los
Reyes
les había demandado.
Quizás mi carta
se habría extraviado.
Otro día de
Reyes había pasado,
mis hermanas
jugando con sus muñecas,
probándose sus
nuevos zapatos,
pretendiendo
que mama junto con ellas
le tejiesen
jerséis, vestidos y chaquetas,
a sus lindas y
tan queridas muñecas.
Yo en un rincón
de la sala
rumiaba mi desencanto
y hacia mis cuentas.
Dónde podría haberse extraviado
la carta que a
lo Reyes yo escribiera.
Muchos días de
Reyes
iguales al de aquel día
fueron mis días
de Reyes
de mis quimeras perdidas.
Días de pocas
alegrías
y de fracasados sueños.
Incluso hubo
años
que tan solo me trajeron,
una oronda
naranja tan linda
de piel pulida.
Tal, como
fueron mis sueños
de niño,
que nunca fueron cumplidos.
Los Reyes de mi
niñez
para mí así vinieron
y yo, tuve que
jugar
con esos juegos y otros
que a mis
amigos de niñez
los Reyes, si les
trajeron.
Han pasado muchos años
desde estos mis
recuerdos
y ahora los niños reciben
muchos regalos que transportan
los muy
reales camellos.
Que bien;
que los tiempos han cambiado
y se hacen realidad
muchos sueños que soñamos.
Y aunque no lo creamos,
añoro yo
aquellos tiempos
de mis sueños destronados.
Que las reales Majestades
hagan
realidades tus sueños.
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