6 ene 2016

MIS DÍAS DE REYES



AQUELLOS DÍAS DE REYES
Mi corazón latía cual caballo 
que quería que le soltasen sus riendas. 
Corría por la casa desbocado 
queriendo llegar al salón 
de nuestra humilde vivienda.

A los pies de aquel árbol 
ya muy mustio y muy ajado
por los días que llevaba 
en ese cuarto encerrado.
A los pies de nuestro árbol 
yo había colocado muy lustrados 
mis remendados zapatos.

Mis hermanas abrían ya sus regalos
entre gritos de alegrías y desgarros,
desgarros de los papeles tan bonitos
que cubrían la ilusión de unos niños 
nerviosos, ilusionados, alborotados…

Mis padres contemplaban 
con delirio la alegría de sus hijos 
junto al árbol entronado.

Yo abrí como pude los paquetes
que había más próximos a mis zapatos.
Busqué lo que tanto y tanto
yo estaba esperando, pero sólo, 
tan solo yo encontré, libros, ropa 
y también unos nuevos zapatos,
unas galletas de barquillo 
con blanca nata entre estas, 
unos caramelos 
metidos en mis zapatos,
un pedazo de turrón 
duro y mal fraccionado,
mas no había entre ellos, 
mis regalos tan soñados.

Ni el balón con él que tanto 
había yo fantaseado,
tampoco ese juego nuevo 
del que me habían hablado. 
Ambos yo; a los Reyes 
les había demandado.
Quizás mi carta 
se habría extraviado.

Otro día de Reyes había pasado,
mis hermanas jugando con sus muñecas,
probándose sus nuevos zapatos, 
pretendiendo que mama junto con ellas 
le tejiesen jerséis, vestidos y chaquetas,
a sus lindas y tan queridas muñecas.

Yo en un rincón de la sala 
rumiaba mi desencanto 
y hacia mis cuentas. 
Dónde podría haberse extraviado 
la carta que a lo Reyes yo escribiera.

Muchos días de Reyes 
iguales al de aquel día 
fueron mis días de Reyes 
de mis quimeras perdidas.

Días de pocas alegrías 
y de fracasados sueños. 
Incluso hubo años 
que tan solo me trajeron,
una oronda naranja tan linda 
de piel pulida. 
Tal, como fueron mis sueños 
de niño, 
que nunca fueron cumplidos.

Los Reyes de mi niñez 
para mí así vinieron 
y yo, tuve que jugar 
con esos juegos y otros
que a mis amigos de niñez 
los Reyes, si les trajeron. 

Han pasado muchos años 
desde estos mis recuerdos 
y ahora los niños reciben 
muchos regalos que transportan 
los muy reales camellos.

Que bien; 
que los tiempos han cambiado 
y se hacen realidad 
muchos sueños que soñamos.
Y aunque no lo creamos,
añoro yo aquellos tiempos
de mis sueños destronados.

Que las reales Majestades 
hagan realidades tus sueños.

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