26 mar 2016

PRIMAVERAS QUE ...


... SE ALEJAN.
Con la vista perdida en viejas primaveras 
que hoy ella siente muy lejanas, 
las siente hoy ya casi perdidas, 
las siente hoy ya casi olvidadas. 
Primaveras que ya nunca más vuelven
que ya nunca más pasan, 
ni jamás ya tardan, ni jamás ya llegan.

Sus ojos hundidos en profundas cárcavas, 
su cutis ayer terso brillante de alpaca, 
hoy tan lacio y mustios, tan pleno de marcas 
que el paso del tiempo en su piel dejara.
Su cara arrugada, cual es la albahaca 
que la desgajaron del tallo que a ella la daba 
esa lozanía que da gusto verla, olerla, tocarla...
Sus manos vacías de arrugas pobladas,
sus manos que nunca están quietas 
si no están cerradas.
Sus piernas curvadas que ya no obedecen
al quien a ellas las manda, 
por mucho que se las ordene,
ellas se niegan; nunca ya se mueven.

En su escabel dormita dando cabezadas 
en él pasa las horas solita y sentada.
Intentando está que vuelvan a ella 
recuerdos, recuerdos de esta mañana.
Mas solo consigue, su desesperanza.

Mira al horizonte, más ya no ve nada,
por él se le escapan todos sus recuerdos, 
su vida pasada, sus largos y fríos inviernos 
que aún recordará, sus tórridos veranos 
en los que luchaba de sol a sol 
para cosechar lo que un día sembrara, 
sus tristes otoños llenos de melancolías, 
de colores bellos y grandes nostalgias.
Otoños, donde se afanaba para prepararse 
para ese invierno que ya amenazaba, 
y sus primaveras que tanto esperaba,
primaveras tardas que siempre llegaban, 
llegaban a deshora y pronto marchaban.

Sus cuatro estaciones 
que año tras año ella las pasara, 
son cuatro capítulos de su vida larga,
cada una tiene un distinto epígrafe 
y escritas están en su personal códice.
Una vida con muchas luces y con sus sombras
con muchas flores, con muchas rosas, 
con mil colores, con mil aromas 
con sus espinas, von sus dolores y sus rutinas.
Una vida plena, con sus alegrías
y con sus penas, con sus penurias 
y tristes congojas.

Hoy, cuando sus primaveras se alejan 
envueltas en la niebla de sus recuerdos, 
hoy cuando sus veranos ya no tienen 
el ardor y el brío que emanaba 
de su lindo cuerpo, 
hoy cuando sus otoños carecen de melancolías, 
de nostalgias de amores viejos 
y de oropeles que anuncian inviernos.
Hoy sus días pasan tranquilos, apáticos y monótonos.

Hoy por su cabeza de plata cubierta, 
pasan solo estampas de una vida densa 
y ya solo, tan solo recuerda cuando ella sueña. 
Sueña, cuando duerme sentada en su hamaca, 
mas ella, ya no piensa.

Hoy ya apenas si ella se acuerda 
de los nombres de aquellos que ama, 
tampoco recuerda las cosas cercanas 
que cada día junto a ella pasan.

El balancín se mueve lentamente, 
su cabeza apenas permanece quieta, 
sus ojos hundidos en profundas cuencas, 
carecen de brillo no tienen viveza,
miran hacia el horizonte por esa ventana 
que el sol refleja y murmura algo 
solo, solo, solo. Solo para ella.

¡Hola! 
¿Hoy tú cómo te encuentras?
Bien.
Me alegros ¿Qué hacemos? 
Lo que tú quieras.
Estas son todas, todas sus respuestas.

La tarde se va y con ella se marchan
viejas primaveras que llegaron tarde 
donde ella, ella siempre espera.

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

Hola querido amigo:

He leído y releído esta maravillosa poesía.

La manera sutil y delicada en que vas narrando la vida de una linda niña, convertida en mujer y luego en una dulce anciana, que ha olvidado su historia.

Pero sigue tan suave, como una rosa que poco a poco se marchita, pero siempre, conservando su aroma, su perfume, mientras sonríe, al morir poco a poco, viendo, sin ver, la hermosura de su paisaje.

Muy hermosa, querido amigo.

Un abrazo de tu amiga de siempre, Eva