RIBERA DEL DUERO.
El
verano quedo atrás
se
fue con su ruidoso adiós,
sus
melodías de truenos
y
algún que otro chaparrón.
El
verano ya marchó
y
dejo los campos secos,
algún
que otro amor rompió
y
los frutos ya maduros listos
para
su recolección.
El
verano es el ayer
el
otoño es el hoy que ya llegó
y
en los campos y los árboles
en
los corazones solitarios
se
ve su intervención.
Lentamente
el otoño
va
cambiando el paisaje
y
las galas de los árboles,
que
son toda una visión
en
el campo se adivina
un
poquito de verdor.
La
nostalgia del verano,
de
su alegría y calor,
esos
baños en los ríos
y
las playas,
esos
sofocos, en las olas de calor
y
el amor que se marchó.
Poco
a poco los árboles de la ribera
se
van quedando desnudos
y
mostrando sus secretos.
En
un abedul muy alto
con
un tronco liso y grueso
se
ven hoy dos corazones
grabados
con trazo grueso
con
iniciales en sus centros.
Son
tu inicial y la mía
que
escribimos yo me acuerdo,
una
tarde de verano
cuando
el sol ya estaba puesto
y
la ribera del Duero era
tu
confidente y la mía.
Tú
te fuiste,
acompañando
al verano
y
yo me quede muy solo,
tan
solo con mis recuerdos.
Mil
veces tú me dijiste
que
tu amor era sincero,
pero
desde que te fuiste
solo
quedan mis recuerdos.
Y
paseo cada tarde
por
la ribera del Duero,
entre
San Juan y San Saturio
y
tu corazón contemplo
en
el abedul desnudo
esperando
poder verte
venir
hacia mi corriendo.
Esos
son todos mis sueños,
son
los sueños de un otoño
que
poco a poco se hace el dueño
del
tiempo y de mis recuerdos.
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