...CAMINABA.
Sentado
bajo un almendro
de
hojas ya desprovisto
contemplo
el campo arado,
desamparado
y frío.
Contemplo
el vuelo basto
de
los córvidos tan brunos
de
gritos bien provistos
que
vuelan cada tarde
hacia
sus viejos nidos
donde
noches de invierno
se
protegen del frío.
En
los lejanos montes,
se
ven los altos cúmulos
de
nubes tormentosas
que
transportan las nieves
las
lluvias a los campos
la
sangre de los ríos.
La
tarde ya se aleja,
las
aves ya retornan,
las
nubes se hacen densas
se
ve asomar la luna
se
ven brillar estrellas
y
la brisa del río
muy
fina y muy fresca
hasta
a mí se me acerca.
Miro
hacia el horizonte
más
corto y más cerca
contemplo
mi almendro
que
sus ramas se espesan
parece
amenazarme
c0n
su cara tan seria.
Desando
el camino
que
me lleva hasta casa,
y
mi único amigo
con
el que caminaba
era
el denso silencio
que
al caer las tardes
al
campo acompaña.
La
luna se hace grande,
las
estrellas más claras,
la
brisa de la tarde
mi
cara restregaba.
Un
búho taciturno
posado
en una rama,
contempla
como ando
camino
de mi casa.
La
tarde se hace noche
y
yo solo, muy solo camino
y
muy solo yo estaba.
Nota. Las fotografías han sido tomadas a través de un cristal fragmentado.
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