...A LLAMAR A MI VENTANA. (PERO YO NO ESTABA)
Hoy yo escuchaba
desde el silencio que tiene
mi alcoba
tumbado en mi cama.
Escuchaba la lluvia y el viento
golpear monótonamente sobre
mi ventana.
El otoño, poco a poco se aleja
y busca la triste nostalgia que
trae el invierno
a las solitarias playas.
En mi cama dormía y soñaba
en un duermevela
que trae las mañanas de otoño,
cuando la noche acaba.
La lluvia cesó, el viento se calma,
traté de dormir y volver a soñar
el sueño que a mí me gustaba.
Dormía, velaba, pensaba, soñaba...
Oí unos golpes en mi ventana,
escuche atentó, el viento en calma,
las lluvias en las nubes
están encerradas.
Las nubes calladas ya se alejaban.
Oí, que de nuevo llamaban.
Abrí la ventana y allí,
ella estaba.
Estaba posada sobre el alfeizar
de mi ventana.
La miré a los ojos y en ellos yo vi
las penas guardadas,
yo vi, en
ellos la tristeza
que en silencio guardan.
Y en lo más profundo
de sus claros ojos el perdón
que claman.
Cerré de golpe la ventana,
y volví a mi cama
intenté dormir aunque no soñara.
Recordé; mi velero varado
en la rada sola y casi olvidada,
sus velas arriadas y su trapo roto
desechas sus jarcias,
el mástil tan corto
él, que el cielo alcanzaba.
El mascarón hundido,
hundido en el agua.
Se escucha el silencio
que traen las olas
cuando el mar es calma.
No hay marino alguno
que aún faenara sobre su cubierta
que recorre el agua,
no se oye habanera alguna
que emane de secas gargantas
penas, quejidos, alegrías del alma.
No pienso volver
a abrir mi ventana
aunque ella insista,
ni volver a la cala
donde mi velero duerme
en su calma.
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