1 dic 2017

CUATRO ESTACIONES, CASTILLA

ESTAMPA DE INVIERNO.
El páramo bosteza 
al despertarse
una mañana fría 
en que la bruma
no deja ver al sol 
en las llanuras 
donde la alondra 
y la calandria morán
y la roja perdiz anida.

Los chopos de la ribera 
están desnudos
y en sus troncos robustos 
crece el musgo 
visten traje gris serio, 
parco y oscuro
y sus largos brazos 
están desnudos.

En los barbechos 
no se ven yuntas de bueyes 
que aren con paso lento 
mientras la nieve danza 
en los brazos, del fino viento.

Allá, a lo lejos, se ve un tractor 
que dando vueltas y vueltas 
rasga y hiende, la tierra fresca.

Unos cuervos ruidosos están posados 
en los olmos desnudos desangelados.
Y en las aldeas, sus calles están vacías 
también sus eras, ayer ruidosas, cálidas 
hoy calladas tristes, frías y solas.

Las calles están desiertas,
algún perro ladró anoche 
a las estrellas.

Se nota el frío y el viento del norte 
corta el espacio con su cuchillo
de doble corte.

En las casas cerradas a cal y canto 
se nota que en ellas hay vida, 
porqué por su nariz; 
ellas respiran.

Poco a poco el páramo 
se va llenando, 
de copos blancos de nieve 
que van bajando.
El vasto horizonte, se vuelve albo
y la tierra ayer parda 
hoy blanco manto.

ESTAMPA DE PRIMAVERA.
El páramo ayer gris 
ya ha florecido 
y una alfombra muy verde 
se ha extendido.
Los chopos de la ribera 
poquito a poco han cambiado 
su terno serio 
por uno más alegre 
y más risueño.

Los arroyos ayer helados 
han despertados 
y bajan muy contentos 
por los sembrados.

Hoy el sol, se explaya 
por la llanura 
y calienta la tierra 
con su dulzura.

En los olmos frondosos 
de las besanas 
cantan lo colorines 
esta mañana, 
y están alegres, 
porque la primavera 
se hizo presente.

En las aldeas las casas 
ayer cerradas 
abren sus puertas 
y sus ventanas 
y salen a la calle 
de madrugada.

Los canes corren alegre 
por los caminos 
moviendo van su cola 
ladran al frío.

El sol se ha escondido 
tras unas nubes 
que suelta un aguacero 
templado y dulce.

Es la primavera, 
que trae a esta tierra 
la sangre nueva.

ESTAMPA DE VERANO.
El sol se cae a plomo 
sobre el páramo 
que hoy viste de oro, 
bigotes largos, 
y se balancea 
cual olas de un mar 
que se serena 
después de una galerna.

El sol va madurando 
el cereal en las besanas
mientras esperan
a la hoz corva y a la guadaña.

La mies ya cosechada 
deja en el páramo 
su cara alarga.
Y en las eras los jóvenes 
y los niños están de fiesta.

El agua ayer alegre 
de la ribera 
ya ha perdido su ímpetu 
y su fiereza.

Los chopos que jalonan 
las bajas tierras 
están muy temblorosos 
pues van de fiesta.
Y en los olmos y en las encinas 
de las besanas
crían su prole los cuervos 
y las urracas.

El páramo está vacío, 
y por él pastan 
las ovejas merinas 
que mucho balan.

Es el estío en tierras castellanas 
que después de la siega 
deja el páramo como un baldío.

ESTAMPA DE OTOÑO.
Hace tiempo que quedó 
el páramo yermo, 
el verano dejo el bálago 
en el pajar 
y el grano dentro.

Una tormenta seca 
en el horizonte 
anuncia el otoño 
a grandes voces. 
Es el otoño que ya se acerca, 
con su lluvia temprana 
riega la tierra 
y la hace más dulce, 
más tierna y esponjosa, 
para que en ella nazca 
hierba más fresca.

Ya las aves emigran 
a otras tierras, 
tierras lejanas donde 
pasar el invierno
y en ella esperan, 
a que a Castilla vuelva 
la primavera.

Los álamos del páramo 
cambian de ropa 
y por traje se ponen 
la toga seria.
Los chopos de la ribera 
tienen traje de oro, 
cara risueña.
La besana está triste 
porque está sola, 
solo balan en ella 
las tristes ovejas.

El otoño ha venido 
y ya se aleja 
esperando al invierno 
que está a la puerta.

Castilla y sus campos, 
tierra muy extensa 
tiene cuatro estampas 
a cuál más bellas.
Un invierno muy duro 
donde llueve, nieva, 
y las escarchas 
de aleros cuelgan estrellas. 

En invierno se esponja 
su fértil tierra 
y recibe al grano para que muera
resucitando ufano en primavera.

En primavera despierta 
su fértil tierra 
y se llena de flores, de verde hierba 
el cereal sembrado es su alfombra.

Cantan las aguas en las riberas
y los chopos ríen, ríen y alegre juegan 
con la brisa del aire que suave llega.

Los veranos son cálidos en las parameras 
madurando el grano sigue la rueda.

Los otoños son frescos de sementera
sus colores son oro y triste esta la tierra.

Cuatro estampas que se repiten 
y, ninguna se queda.

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