Y SU PAZ.
Cada tarde despejada de junio
sobre un poniente lejano
cuelga un disco de oro
ardiente y acompañado
y sobre el vasto horizonte
empiezan a vivir las sombras
de una noche que ya acecha
donde moran, oscuridad
y tinieblas.
Una tarde soleada de junio.
Junio en que la primavera se aleja
y se muestran los ardores
de un estío,
qué llamando está a la puerta.
El claustro está en el silencio
que en él vive y se encierra
tan solo se oye el murmullo
del cantar,
de una fuente armoniosa
del jadear de la brisa
que juega al escondite
entre las columnas inhiestas
que separan al jardín
de la galería abierta.
Galería en que suelo pasear
para orar, razonar y soñar
con la mente bien abierta.
con la mente bien abierta.
Bajo un naranjo con flores,
que vive cerca la alberca,
escucho el cantar de un jilguero
que anida en el rosal
que muestra las rosas más bellas.
El azahar me embriaga
con el dulzor de su aroma,
el jilguero me lleva a la anagogía
con su trinar armonioso
y el canto de la fuente
es quien aletarga mi mente
y me impide orar y estar
en esos instantes presente.
¿Será pecado? No lo sé.
El poder disfrutar de tanta paz
en el alma y en el ambiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario