SAN JUAN Y SAN SATURIO.
Siguen
llorando las nubes
por
sus rojos lagrimales,
siguen
llorando los cielos,
y
sus lágrimas divinas,
empañando
mis cristales.
Los
olmos de la alameda
están,
perdiendo sus hojas
y
muestran a los viandantes
sus
heridas y sus vergüenzas.
En
sus retorcidos troncos
llenos
de heridas de guerra
cada
uno de ellos muestran
recuerdos
de enamorados
que
son cicatrices tiernas,
de
amores del pasado
que
ni ellos ya recuerdan.
Una
ráfaga descarada
desprende
la última hoja
y
esta cayó en el Duero
y
se convirtió en canoa
de
una rana muy curiosa.
Barquichuelas
de las ranas
son
las hojas de los olmos
de
la frondosa alameda,
que
acompañan al río Duero
cuando
forma su Ballesta.
Se
remansa el río Duero
cuando
camina despacio
entre
San Juan de Duero
y
San Saturio en la piedra.
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