4 jun 2020

EN MI CIUDAD,


SE ESCUCHA EL SILENCIO CUANDO PASA.

Hoy me levanté temprano,

el ruiseñor aún cantaba 

entre los setos del parque 

que hay bajo de mi ventana.

 

Yo, contemplaba la calle,

sola y vacía ella estaba,

solo al silencio se oída 

cuando el silencio pasaba.

Contemplaba yo las aceras 

lo tranquilas que ellas estaban,

solo por ella camina 

algunas bolsas de plásticos

que con el viento jugaban 

y un gorrión solitario 

temprano desayunaba 

de una merienda olvidada.

 

Los semáforos en los cruces 

aburridos ellos estaban 

con su bailar tan monótono 

a nadie importunaban.

 

El silencio, la penumbra, 

las farolas que alumbraban, 

la fresca brisa del Norte 

anuncia la luz del alba.

 

Poco a poco la ciudad, 

mi ciudad se despertaba.

El ruiseñor enmudeció, 

por las calles caminaban, 

el silencio con la brisa 

y la tenue luz del alba.

 

Un joven que caminaba  

con su cabeza agachada.

Las aceras cobran vida, 

la gente por ellas pasa, 

caminan con prisa lenta, 

obviando lo que les pasa.

 

El gorrión ya se fue, 

las palomas se despiertan;  

se apoderan de las aceras,

de los parques y las plazas

y a los niños con 

impaciencia esperan.

 

Los semáforos alegres bailan

regulando lo que impera.

 

La ciudad perdió el encanto 

de esa ciudad tan callada 

en la que se escuchaba el silencio, 

cuando el silencio pasaba.

 

Mañana me levantaré temprano 

mucho antes de que despierte

la luz de un nuevo alba

para poder escuchar al silencio

cuando pasa. 

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