SE ESCUCHA EL SILENCIO CUANDO PASA.
Hoy
me levanté temprano,
el
ruiseñor aún cantaba
entre
los setos del parque
que
hay bajo de mi ventana.
Yo,
contemplaba la calle,
sola
y vacía ella estaba,
solo
al silencio se oída
cuando
el silencio pasaba.
Contemplaba
yo las aceras
lo
tranquilas que ellas estaban,
solo
por ella camina
algunas
bolsas de plásticos
que
con el viento jugaban
y
un gorrión solitario
temprano
desayunaba
de
una merienda olvidada.
Los
semáforos en los cruces
aburridos
ellos estaban
con
su bailar tan monótono
a
nadie importunaban.
El
silencio, la penumbra,
las
farolas que alumbraban,
la
fresca brisa del Norte
anuncia
la luz del alba.
Poco
a poco la ciudad,
mi
ciudad se despertaba.
El
ruiseñor enmudeció,
por
las calles caminaban,
el
silencio con la brisa
y
la tenue luz del alba.
Un
joven que caminaba
con
su cabeza agachada.
Las
aceras cobran vida,
la
gente por ellas pasa,
caminan
con prisa lenta,
obviando
lo que les pasa.
El
gorrión ya se fue,
las
palomas se despiertan;
se
apoderan de las aceras,
de
los parques y las plazas
y a los niños con
impaciencia esperan.
Los
semáforos alegres bailan
regulando
lo que impera.
La
ciudad perdió el encanto
de
esa ciudad tan callada
en
la que se escuchaba el silencio,
cuando
el silencio pasaba.
Mañana
me levantaré temprano
mucho
antes de que despierte
la luz de un nuevo alba
para poder escuchar al silencio
cuando pasa.
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