que un día tú a mi regreses
para estar siempre a tu lado
y así poder compartir
lo que nunca te he contado,
porqué te fuiste un día,
si un día,
que no estaba programado.
Un año;
sí ya un año,
que a la vez ha sido corto
e infinitamente largo.
paso a paso caminando
por el sendero ignorado
que nos tienen reservado,
a todos los penitentes,
que por este mundo andamos.
ignoto para más datos;
que en primavera se viste
con las flores de los prados.
los charcos, lodos y barros,
que se forman con las lágrimas
de los que tu ausencia lloramos.
Que en el calor del estío se viste
con el polvo que levantan nuestros pasos
con el salitre amargo de las penas
del dolor y de los frecuentes llantos.
un tapiz de hojas muertas
con colores trasnochados
desprendidas de los árboles
cubren todo su entramado.
que yo aún te sigo llorando.
Fue una tarde de dolor,
de desconsuelo y llantos.
Una tarde que deseas olvidar
y que nunca, nunca jamás;
nosotros, la podremos olvidar.
y te fuiste caminando
por el camino del sol.
El Sol guiaba tus pasos
por ese camino largo
que dicen lleva al cielo
y nadie lo ha confirmado.
Y cuando nos dimos cuenta
tú, ya te habías marchado.
Tú no estabas con nosotros,
tú, nos habías dejado.
que te habían reservado
para caminarlo a solas,
sin nadie que guiase;
Solo el sol de aquella tarde
te acompañaba de largo.
Te llamamos te gritamos
desde la consternación
de que nos habías dejado,
Con tu silencio de siempre
sin tan siquiera mostrarnos,
todo, todo el sufrimiento
que tú estabas pasando.
Un año,
sí; ya un año.
Me parece que fue ayer
pues yo, te sigo llorando.
Aún, no me puedo creer
que tú no estés a mi lado,
que te fuiste con la tarde
para nunca más volver.
Mas yo cariño mío,
te seguiré esperando.
por el que hoy caminamos
los que tanto té amamos,
te añoramos y te lloramos;
lleno de zarzas y cardos
de piedras que laceran
ensangrientan nuestros pies,
que se embarran con los lodos
de las lágrimas de hoy,
En cada
piedra un tropiezo
a cada paso que damos,
el lodo de este camino
hace más corto los pasos,
y nuestros llantos inundan
el firme de este sendero
por el que hoy deambulamos.
Cariño
mío.
Sabes lo mucho que te añoramos,
siempre vas en nuestras mentes,
y en nuestros corazones
tú estás muy bien guardado,
como lo está el tesoro
del usurero y del avaro.
Tu nombre cariño mío.
¡Tu nombre! David, David,…
prendido va en nuestros labios.
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