Hola
David, hola hijo mío.
Desde
mi ventana contemplo
yo
el camino
por
donde tu tornabas de nuevo
al viejo nido hoy casi vació.
En
el siempre esperábamos
con interés, expectación y mimo
y todo el que a él llegaba
era bien recibido.
con interés, expectación y mimo
y todo el que a él llegaba
era bien recibido.
Hoy
nosotros miramos
constantemente
hacia ese camino,
tan solitario y triste
tan vacío y tan frío.
constantemente
hacia ese camino,
tan solitario y triste
tan vacío y tan frío.
Al
borde de este sendero crece
sin tino, sin orden y sin mimo
una densa flora
que marca su destino.
En ella el tiempo nos muestra
la época en que vivimos.
sin tino, sin orden y sin mimo
una densa flora
que marca su destino.
En ella el tiempo nos muestra
la época en que vivimos.
Vemos
que el invierno se aleja
dejando
un vacío que anuncia
la pronta primavera.
En
un mimbrar triste, ajado y desnudo
en
el que apenas se muestran yemas,
que
anuncian primaveras.
Un
par de jilguerillos
vestidos
de rojos, negros, amarillos…
se
afanan y se esmeran
en
ocultar su nido
para
que nadie sepa
donde
lo han construido.
Ellos alegran mis dolores y penas,
con melodiosos
trinos.
David
mi hijo querido es;
la
nueva primavera
que
llama a nuestra puerta
trayendo
junto a ella
alegre
sabia nueva
llenando
el ambiente
con
luz, color y vida
que
llena de esperanza
a
las almas heridas.
Y
tu mi dulce niño
no podrás disfrutarla
con esa tu alegría
que tú siempre llevabas
y siempre compartías
con los que cerca estaban.
no podrás disfrutarla
con esa tu alegría
que tú siempre llevabas
y siempre compartías
con los que cerca estaban.
Pero así, es la vida
y habrá que aceptarla
aunque en ello
y habrá que aceptarla
aunque en ello
se nos vaya la vida.
Te
quiero, te añoro, mi vida.
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