Era
una tarde de octubre
en que las sombras renacen.
Era una tarde de octubre
en que la tarde es noche
y la noche siempre es tarde.
Tú, te adentraste en tu camino
por el cual no pasa nadie,
un camino que sufre de soledad,
y solo va un caminante.
Un camino que no tiene
amparo donde poder cobijarse
ni tampoco un albergue
donde poder descansar
para seguir adelante.
No tiene señal alguna
ni cruceros que lo marque.
Es tan solo un camino
que siempre va hacia adelante.
Un
camino que no guarda
huellas de los caminantes.
Nadie
puede por él jamás retornar
porque se
borra al andar
y si miras hacia atrás,
el camino ya no está.
Yo
me quede esperándote,
esperándote aquella tarde,
esperando,
para poder yo hablarte.
Pero el camino que andas
no tiene vuelta ni aparte
solo es este camino
para un solo caminante
y tan solo en un sentido.
Las horas pasan muy lentas
la
noche, es noche eterna.
Te
busco por todas partes
y
jamás yo puedo hablarte.
Me
quede mirando al cielo
donde
yo quiero encontrarte
y
descubrí un lucero
que era, de un mundo aparte
En ese universo de estrellas
eres tú, el más brillante.
David,
partiste por tu camino
por el que caminaste solo,
nadie pudo acompañarte.
Y yo te sigo esperando
para poder abrazarte.
David hijo mío,
yo necesito abrazarte.


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