6 nov 2006

COSECHA AJENA.

Ahora cuando estoy solo, rememoro mi vida de niño en mi Extremadura y recuerdo con cariño aquellos gañanes que pasaban cada mañana y cada tarde con sus yuntas de bueyes por delante de mi casa. En los lluviosos otoños caminaban tapados con aquellas mantas pardas que llamaban tapabocas.
Recordando a ellos que siempre labraban tierras y recolectaban cosechas ajenas escribí los siguientes versos.
Sirvan esos sencillos versos de homenaje a todos aquellos gañanes que dando vueltas y vueltas en las besanas, más de una vez soñarían con sueños que muchas veces no se cumplieron.
COSECHA AJENA
Preludio:

Amorosamente la lluvia de otoño cae sobre los campos
apacible, lenta.
En la besana con paso cansino roturan la tierra,
el joven gañán y la yunta lenta, sin que les importe
que la lluvia de otoño empape su ropa.
La lluvia, cual savia divina irriga en la tierra,
es como la sangre que corre en las venas.
Labor:
En la besana solitaria, vasta, desierta...
la lluvia de otoño caía melancólica sobre
la seca tierra.
La nubada empapa la tierra.
Tierra que recibe las gotas de agua,
cual semen divino que la fecunda
y preña la deja.
Un gañán camina tras el tosco arado
que es arrastrado por la cansina yunta
que duerme su paso y acuna la huebra.

La tierra se abre al agua, cual la flor que espera
el polen divino que fértil la deja.

La lluvia caía preñando amorosamente
tan receptiva hembra.
La lluvia, es el semental tierno, enamorado,
que en ella penetra.
Los cansinos bueyes van y vuelven
de una linde a otra,
arrastran con su paso lento el pesado apero,
que cual tiernas manos va acariciando
con delicadeza a su amada la tierra
y el divino semen penetra en ella,
la deja esponjosa, receptiva y tierna.
El gañán; mientras que camina tras la yunta tarda.
Unas veces canta, cual dice el poeta (ara y canta).
Otras los maldice su paso tan lento y,
con la aguijada azuza a las bestias.
Otras muchas veces, parece dormirse sobre la mancera.
Mientras sueña canta y cantando reza a la sementera.

Dan vueltas y vueltas y, el áspero e inhóspito barbecho,
torna su color, cogiendo tempero para su reserva.
Va tomando la fuerza que estaba esperando.
La lluvia de otoño y el viejo arado
despiertan a esa tierra, que estaba soñando.

Era aquel barbecho desolado páramo,
era un erial inhóspito, estéril, secano,
del que ya la vida se había marchado.
Ahora a ella la vida vuelve, se va renovando,
y tras el viejo arado va; un gañan soñando.
Los surcos se llenan de vida,
de una vida ajena que estaba invernando.
Y esta vida ajena en la tierra fértil se va
acomodando.

A esa tierra buena, se la da labor
con un buen tempero en la sementera.
A esa que recibe el grano en su seno,
para que germine y para que crezca.
Esa tierra es, la que agradece toda la labor,
todos los desvelos que en ella se echa.
Esa tierra dará, cuando se coseche; mil por uno,
si las estaciones se cumplen, y se cumplen entera.

Esos pensamientos tiene él gañan sobre la mancera,
hendiendo los surcos de la tierra buena.
Interludio:
El verdor cubrió todo aquella tierra,
aquel erial se convirtió, en linda pradera.
Las nieves de invierno cubrieron con su blanco manto,
manto de pureza, todo el forraje, futura cosecha.
Los gélidos hielos, hicieron que el lindo verdor,
negro se volviera.
El duro invierno le sirvió al sembrado para hacerse duro
y poder ser fuerte en la insuficiencia.
El paso del tiempo trajo aquellos campos
el canto de grillo en la primavera.
¡Qué trigo tan bueno!
¡Cebada! mejor nunca hubiera
y el largo centeno se cimbra al viento
como una palmera.
Siega:
Primero segó la cebada entera,
más tarde el centeno entró en la panera,
el último fue el trigo el que poco a poco
inundó las eras.
De nuevo el gañán con las lentas vueltas se duerme,
se duerme tras esa pareja,
montado en el trillo que trilla en la era.
De nuevo el gañán sueña.
Soñando con esta cosecha.

.-Si el amo me diera, un poco de trigo de tan gran cosecha.
Con él compraría un lindo pañuelo para mí Manuela,
y la llevaría a la romería del Cristo de la ermita Vieja.
Qué guapa que iría, como realzaría toda su belleza,
ese pañuelo tan lindo, si yo, a ella regalar pudiera.
En esto estaba aquel buen gañán trillando en la era.
Cuando asustado el hombre del sueño despierta.

¡Vamos holgazán, Despierta!
No ves que la yunta se come el trigo que hay en esa cesta.
.- Esto va a tu cargo y te costará la soldada entera.
El pobre gañán que corrido queda,
con todo el cariño que ha puesto él, en esta cosecha.
Realidades:
Pero los sueños, solo son sueños,
cuando uno sueña con cosechas,
de tierras ajenas.
Solo son; ilusiones vanas y tristes quimeras.

El amo no entiende, de arar con amor,
bendecir la lluvia, de adorar la tierra.
El solo conoce, paneras vacías que un día
sudores ajenos de un año, las llena.

Gañán tu que aras en tierras ajenas,
no pongas tus sueños en cosecha ajena.

No hay comentarios: