12 mar 2009

166.- A MI PADRE EN EL ANIVERSARIO DE SU MUERTE



EL POETA Y SU MUSA
(A mi padre en el aniversario de su muerte)

De nuevo volvió a ti la Musa.
Tu Musa volvió un día al rayar el alba,
como siempre entró sin avisarte,
pero ese día tú en casa ya no estabas.

Deprisa entró la Musa en tu casa,
Ella entró y te buscó por todas partes,
pero tú poeta allí no te encontrabas.

Tu Musa quería poner en ti sus versos,
quería que tú los declamaras.
Quería ella poner en ti poeta;
poner en tus labios sus versos y sus palabras.
Quería poeta; que tú al mundo, al mundo;
tú poeta, lanzaras sus palabras.
Esos sus versos que hablan del amor,
que dicen de la fe, de la paz y la esperanza.
Esos sus versos poetas que te hablan;
que lloran y que ríen al mismo tiempo
y que gritan al mundo su esperanza.
Esos versos que gritan y que denuncian
las penas de los hombres y sus miserias; humanas.
Poemas que son; el alma del quien habla.
Poemas con los que unos ríen,
con los que otros lloran y otros aman.
Versos con los que todos se enamoran.
Versos con los que se le dice al mundo;
Que este mundo; aún tiene esperanza.

Poeta; tu Musa quería que tú los escribieses.
Que tú, los escribieses en las almas.
Quería que denunciases al mundo
la maldad, los disfraces y las falacias.
Quería que anunciases a las gentes,
las verdades desterrando para siempre,
las guerras, las traiciones, las farsas…

Poeta; Tu Musa quería que tú dijeses,
al mundo con sus versos que aún existe
en el mundo, amor, paz y esperanza.

Quería que escribieses tú sus versos,
quería que hablases en tus palabras.
Quería que el mundo ya supiera
que la paz está en las palabras.
Que la paz está en las almas;
en las almas de hombres y mujeres,
de mujeres y de hombres que se aman.

Poeta; la Musa se sentó cansada;
se sentó junto a tu cama
y en silencio contempló un lecho frío;
un lecho del que tú ya te habías ido.
Un lecho vacío, donde siempre tú a ella esperabas.

Se marchó tu Musa triste y llorando. Se marchó,
y se llevó con ella para siempre,
sus versos y metáforas.

Nunca más volvió la Musa,
nunca más entro en aquélla casa.
No encontró jamás otro poeta;
Otro poeta que tan bien la cantara.

Se marchó para siempre el poeta.
La Musa quedó eternamente; 

eternamente amordazada.