PENSAMIENTO.
Yo he caminado en la oscuridad completa,
he vivido en un lugar en el cual la noche y
las noches en plural, eran perpetuas y no admitían a la luz del día.
La oscuridad era completa.
Yo he visto el rostro del silencio y he escuchado
el timbre de su terrible voz.
La faz del silencio y el sonido de su voz. Esa
su voz, me han llevado a momentos de locura. Es fácil estar loco en estos
momentos en los que vivimos.
Qué difícil es escuchar al silencio cuando se
está rodeado de un constante murmullo. Qué difícil es ver un rostro bello lleno
de dulzura entre tantos y tantos rostros vulgares, enfadado y anónimos.
Qué fácil es estar solo aunque se esté
rodeado del mundo, de la gente, del ... Gente que camina a tú lado, gente
anónima, gente a la cual miras pero no la ves porque para ti, nada ni nadie
significa nada.
Me he adentrado en el silencio de la más
profunda de las cavernas para poder escucharme a mí mismo en el más su absoluto
de los silencios y sin embargo, solo, tan solo he podido escuchar la terrible
voz del silencio.
Cuando creí que había escuchado mi propia
voz, cuando pensé que me había encontrado a mí mismo, cuando también creí
haber descubierto luciérnagas en la más absoluta de las oscuridades oscuridad,
fue cuando comprendí lo equivocado que estaba.
Fue un terrible desengaño para mí, solo fue
una ilusión pasajera.
Fue entonces cuando me di cuenta de que los hombres nos gritamos, nos hablamos unos a los otros y sin embargo, no nos escuchábamos, no nos miramos a los ojos, no confiamos unos en los otros, no...
Yo seguir buscando en el silencio y en la soledad de lo más profundo de aquella cueva. Esa sima tan profunda que es mi vida.
En la gran ciudad e intentado una y otra vez el volverme a escucharme a mí mismo.
Pero yo no he sido capaz de lograrlo.
Fue entonces cuando me di cuenta de que los hombres nos gritamos, nos hablamos unos a los otros y sin embargo, no nos escuchábamos, no nos miramos a los ojos, no confiamos unos en los otros, no...
Yo seguir buscando en el silencio y en la soledad de lo más profundo de aquella cueva. Esa sima tan profunda que es mi vida.
En la gran ciudad e intentado una y otra vez el volverme a escucharme a mí mismo.
Pero yo no he sido capaz de lograrlo.
Y al final, cuando
pensaba que no había esperanza para mí, el frescor de una suave brisa, la tenue
ráfaga de luz que se colaba por una estrecha rendija de mi cueva me refrescó el
rostro e iluminó mi camino. Ambas, me indicaron el camino a seguir y con ambas,
pude intuir un poco de esperanza en esta vida carente de futuro.
El ser humano
grita, se cree en posesión de la verdad, no aprende de sus errores, pero al
final; se detiene y se escuchan unos a otros e intentan encontrar una solución.
Esperemos que estos, sean una vez más capaces de llevarlo a cabo. Con la que está cayendo.
Esperemos que estos, sean una vez más capaces de llevarlo a cabo. Con la que está cayendo.
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