8 ene 2012

NOSTALGIA DE NAVIDAD

 
AQUELLAS NAVIDADES

Se nos fue. 
Una vez más se ha marchado 
tal como vino se fue la Navidad.
Esa Navidad que llega, la Navidad, 
que trae, felicidad para algunos 
y nostalgia y depresión para todos los demás.

¿Dónde? Quedaron aquellas, 
mis navidades austeras, 
mis navidades sinceras, 
mis lejanas navidades 
en la casa familiar 
de mi más temprana edad.

Recuerdo los villancicos cantados, 
los belenes colocados sus figuritas de barro
que nosotros las hicimos, 
las cocimos, las pintamos. 
Aquel portal levantado con el corcho 
arrancado de los viejos alcornoques, 
aquel musgo recogido en la umbría del bosque,
aquel río simulado con las tapas de las latas de sardinas, aquel…
Recuerdo que en torno a nuestra mesa 
de las cenas de las fiestas se sentaba la familia 
y bebían y comían y cantaban 
y a veces; también hasta discutían 
y con todo aquel jaleo, con toda aquella algarabía, 
se olvidaban por un día 
las miserias padecidas de aquellos años oscuros
de la España de posguerra llena de hambre y miseria y represión añadida.

Y llegaba, la noche tan esperada por los niños, noche de la Epifanía en la que siempre decían que tres magos vendrían y regalos no traerían.
Nuestros “calzados” lustrábamos. Mejor dicho, de barro los descargábamos para que los Reyes buenos nuestros regalos dejaran en los calzados expuestos muy cerca de una alacena.
Por la mañana temprano corríamos despavorido en busca de  los regalos que los Reyes habían traído. 
Nunca jamás, nunca jamás acertaron con los regalos que en la carta, bien habíamos reseñamos. 
En el mejor de los casos, una naranja lustrosa que de oro parecía, unas nueces apetitosas que con higos pasos hacíamos "una boda" que tan rica nos sabia, una perra “gorda o chica” que en barquillo convertíamos y si el año era bueno quizás la famosa anguila, que a mí nunca me llegó y si me toco envidiar aquel, aquel que ante mí, con deleite y alevosía, ante mí se relamió.
Otra festividad de Reyes noche de ilusión y día de decepción.

A pasar de todo aquello añoro las navidades austeras en la casa familiar aquellas mesas vacías de marisco y de champan, aquellos belenes hechos en un rincón del hogar, sus figuritas de barro, su corcho sin trabajar, que los hemos cambiado por un árbol, que es muchas veces un engendro; un engendro traido de otras tierras, traido de ultramar.

Y a pesar de todo, Navidad es Navidad 
y si ahora se ha marchado no tardara en tornar.

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