A MI AMIGO EL SENDERO
He recorrido senderos en las laderas del monte,
he caminado entre pinos entre hayas y entre robles
y he hollado caminos, caminos casi olvidados,
caminos casi cubiertos por matojos en los bosques.
Caminos con suelo liso, caminos de peñascos y canchales,
caminos secos y limpios, caminos llenos de barro,
caminos, que siempre han sido verdaderos lodazales.
He subido a las cimas de los montes,
he cruzado pueblos y ciudades,
he paseado avenidas y visitado arrabales
y donde quiera que fui, amigos hice a raudales.
Me alegró mi caminar el jilguero con su trino
y el cantar del urogallo y el silbar del estornino
y el berrear de los cérvidos en las laderas y valles,
y contemplaron mis ojos el volar de las rapaces
y escucharon mis oídos el graznido de los córvidos
en lo alto del escarpe.
La lluvia me acompañó en muchos malos momentos
y fue mi fiel compañera durante interminables trechos
y las tormentas furiosas con sus potentes estruendos
en más de una ocasión quisieron meterme miedo.
A veces, muchas veces no supe donde yo estaba,
pero yo siempre confíe que el sendero mi amigo
me llevase sano a casa.
He caminado a solas y otras con muchos amigos,
tanto en unas y en otras feliz yo iba conmigo.
Pero cada día me cuesta más el aguatar tanto ruido
y busco la soledad y la mudez de los sitios
y observar volar al buitre y silbar el estornino
y el cantar del ruiseñor y del jilguero su trino
y saber yo cuando salgo y cuando vuelvo a mi sitio.
Quizás me estoy haciendo mayor,
quizás, es que yo siempre lo he sido,
y por eso vuelve a mí el silencio de los montes
y el canto de las cigarras y el cric, cric de los grillos.
Tal vez esto sea un adiós, o quizás un hasta luego
en verdad yo no lo sé. Tal vez sea solo nostalgia
de tiempos que ya se fueron.
Pero me queda la alegría y la esperanza certera
de que mi amigo el sendero
me esperará cada día sin decirle fecha fija,
ni decirle cuánto tiempo seguiré en los senderos.
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