A MI MÁS FIEL COMPAÑERA

LA LLUVIA

Mientras los demás reposan me siento frente a mi mesa

y me pongo a pensar, mas nada pienso, 

mi mente no se motiva y se siente fatigada y no quiere ya soñar.

En la calle, a través de empañados cristales se ve; 

mejor dicho me imagino una fina lluvia caer lentamente y pertinaz

y es; el cantar de las canales con su monótono son, 

las que me dicen que no estoy equivocado 

que la lluvia cae y cae y que no piensa parar.

La lluvia, mi compañera de caminos, 

esa lluvia fina, impertérrita, tenaz 

que tantas y tantas veces se empeña en ser; 

mi callada compañera de jornada, silenciosa, inlocuaz. 

Esta lluvia que poco a poco me cala hasta los huesos 

sin hablarme, sin decirme una palabra. 

Esta lluvia que se pega a mí, 

como lo hace la lapa a la roca en la mar. 

Esta lluvia, que mi humilde ropa y mi paraguas 

se sienten, incapaz de refrenar.

La lluvia es; melancolía, de esos largos otoños, 

alegría, de veranos bochornosos, 

repudiada en los inviernos latosos 

y, deseada en las primaveras. 

Esas primaveras tardas 

en que las lluvias primeras 

vienen cuando no se esperan 

y siempre casi a destiempo; 

solo para fastidiar.

Lluvia; mi fiel compañera, 

que aunque tú no lo creas 

en los días más radiantes 

llevo yo en mi petate, 

chubasquero y paraguas 

y ropa para cambiarme 

cuando tú abrazas mi cuerpo 

y no te quieres marchar.

Lluvia compañera de mi sueños, 

contigo yo hablo a solas 

en los más fuertes repechos, 

en las cimas, en los techos, 

y también en los barbechos 

llenos de jara y árgomas 

donde apenas puedo andar.

Lluvia contigo también me duermo 

en esas noches de otoño 

en las que sopla el viento 

y tú lluvia en los cristales 

golpeas queriendo que yo te vea 

y no paras de llamar.

Lluvia mi fiel compañera, 

tan necesaria y tan buena 

que aunque yo mucho te odie, 

mucho más te he de amar.

Lluvia mi fiel compañera, 

lo quiera o no lo quiera

te tendré yo que aguantar.