DEMENCIA SENIL
De nuevo me siento ante ti, mi mesa de pensar,
de
nuevo intento y no puedo recordar.
Recordar de nuevo.
Por qué una vez y otra lo intento,
porqué una vez
y otra nada ocurre.
No vienen a mí mis recuerdos.
Las gentes corren
por las calles.
Creo que caminan, mas yo los veo correr,
nadie se saluda, nadie
se aparta para que el otro pase.
Bueno si, alguien, un viejecito
que lleva un
bastón en su temblorosa mano,
un bastón que dudando apoya en la acera.
Él, si
se aparta para dejar pasar,
él, si los mira a la cara,
e incluso intenta un adiós
balbucear.
Mas nadie se detiene con él hablar.
Y yo en mi ventana sigo sin poder recordar,
me
gustaría escribir mis recuerdos,
pero, como digo; soy incapaz de recordarlos.
Me canso de mirar a la calle
y cambio mi mirada y
contemplo el mar.
El mar, mi mar, en él sus olas vienen y van
unas golpean las
rocas,
otras se pierden en la arena
y después vuelven al mar
y a lo lejos las
gaviotas chillan,
vuelan, se posan sobre la espuma de las olas
y de nuevo, de
nuevo vuelven a volar.
Las gaviotas, las gaviotas, ya se van.
Miro atentamente
al horizonte
y veo un velero navegar,
sus velas cazan los vientos que le hacen
avanzar,
el mar, el velero, el viento unos sin los otros
no son nada, nada,
solo barco, viento, mar.
Y el velero se pierde en el horizonte ya
y yo sigo
mirando por mi ventana
intentando recordar.
Cambio mi vista hacia un parque,
donde los niños
juegan,
donde los padres leen
donde palomas vuelan
y los enamorados buscan
un
rincón en la floresta
donde poderse besar.
Qué tiempos aquellos cuando yo era joven,
qué
bonitos eran?, mas yo,
no puedo recordarlos siquiera.
Un niño corre tras su pelota,
y otro juega cerca
de la fuente
de agua muy fresca, se moja
y su madre no se entera,
charla animada
con otra madre despreocupada.
En el quiosco venden las chuches
también la prensa
y alquilan
a niños y a los mayores las bicicletas.
Quién ya pudiese recordar
aquellos días pasados de primavera.
La tarde cae sin que me dé cuenta
y las farolas de
la avenida
poco a poco se van encendiendo
y alumbrando las aceras de charol,
de charol por
la fina lluvia de primavera.
¿Quién pudiese, recordar?
Si yo recordar pudiera,
me gustaría recordar
aquellas mis lejanas primaveras.
La noche ya ha caído,
alguien con mucho mimo
me
retira de la ventana,
me sienta en mi sillón,
pone sobre mis piernas una
manta
y enciende el televisor.
Y con cariño me mira
y en su mirada triste
intuyo una sonrisa a la vez
triste y a la vez de resignación.
Y yo me siento a mirar
mirar sin ver, hacia el televisor
y sin
poder recordar.
Si no puedo recordar.
¿Para qué quiero mirar?
1 comentario:
HOLA RODRI.
ES MUY HERMOSA LA POESÍA QUE HAS ESCRITO. PERO MUY TRISTE... DEMASIADO TRISTE... ESTOY LLORANDO, NO SE SI POR MI O POR TI.
NO QUIERO SENTIRTE TRISTE,
UN GRAN ABRAZO DE TU AMIGA,
EVA
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