26 jun 2013

TENGO CELOS DE LA CORRIENTE, DEL RÍO Y LAS LIBÉLULAS...

MI LAVANDERA.


El día se despereza y entre unas nubes negras el sol bosteza
Las aves vuelan hacia los campos donde encuentran comida 
para sus crías y para ellas. 
Vuelan muy juntas unas a otras, van en bandadas y nunca solas.
Yo las contemplo desde el pretil de un puente donde me siento.
Contemplo el río y su corriente que ajenas corren, no se detiene.
El agua canta, ríe no se entretiene mientras que salta 
aquella roca que está en medio de la corriente. 

En una orilla una libélula vuela de junco en junco 
de piedra en piedra, 
luego más tarde, ella se posa sobre el junco de una junquera
y mientras tanto se balancea sus alas bate, nunca está quieta, 
es la libélula que con sus vuelos me entretiene y me embelesa.

Yo desde el puente contemplo el agua, 
escucho su melodía, su risa hiriente, mientras la miro,
el agua canta, el agua ríe el agua salta mientras se aleja. 

En una orilla del río sobre una piedra limpia y lisa
reposa tu lindo cuerpo en tus rodillas.
Estas lavando la ropa blanca que vas tendiendo en la orilla.
El agua pasa sin detenerse, besa tus manos y se divierte
viendo tu bello rostro que se refleja en su corriente,
y unas gotas muy juguetonas saltan del agua 
besan tu frente y quedan de ti colgadas eternamente.    

Y yo te miro y te contemplo desde mi puente, 
veo cómo te afanas y como aclaras la ropa linda 
que cada día tu cuerpo abraza y siento envidia.
A mí me gusta cubrir tu cuerpo con besos tibios 
y con caricias.
Me gustaría ser agua del río que te refresca y te acaricia, 
me gustaría tener su voz, su suavidad y su sonrisa, 
me gustaría poder escaparme de entre tus manos, 
mientras intenta llevarme hasta tu boca, 
me gustaría besar tu frente, besar tus labios, 
llenar tu boca. 
Me gustaría ser ese río donde te miras.

Mi lavandera, mi linda niña  madrugadora
que cada día muy de mañana al río llegas 
y en sus aguas lavas tu ropa y te refrescas.
Más yo te observo desde el puente sin que me veas
pues tengo celos de la corriente, del río, de sus piedras
tengo celos de los juncos y las libélulas.

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

Hola Rodri:
¿No sabes que me fascinan las libélulas? Como me ha fascinado este delicado y tierno poema.
Aunque a veces, solo a veces, pareces duro. Eres de una gran ternura y delicadeza.
Eres tu. Simplemente tu. Maravilloso ser humano que se refleja en cada uno de sus poemas y escritos.
Un abrazo de tu amiga, Eva