14 oct 2013

LA CHOPERA


INICIALES MUERTAS.

El tiempo se desliza por la esfera inexpresiva de un reloj, 
los días pasan y en su caminar suma días, semanas, meses, 
las estaciones llegan con el pasar del tiempo.
Pasa el verano y los agricultores se afanan 
en recoger y guardar la cosecha, en llenar pajares y graneros, 
en enrejar las tierras con la humedad de las primeras lluvias 
caídas con las tormentas tardías del verano 
o las lluvias primeras del otoño. 
Los campos cambian sus tonos, 
los montes cada día tornan sus colores, 
las madrugadas se llenan de nubes soñadoras, de rocíos fuertes, 
de brumas se cubren los valles y de penachos las cimas de los montes.
Un nuevo otoño de luces tibias, densos colores,
de espesas brumas,… 
Otoño de nostálgico de melancolía y evocaciones,
de soñadores que sueñan con la vida y sus amores.

De nuevo he vuelto a caminar por la chopera, 
la chopera hoy casi desnuda y alfombra de hojas secas, 
de nuevo busqué el chopo en que un día grabé
con la punta de mi navaja vieja en su tronco erguido y desnudo 
un corazón henchido y dentro de él yo puse;
las iniciales; de tu nombre y del mío.

Busqué nuestro árbol escondido en las infinitas filas, 
lo busque por todas partes, mas, no pude encontrarlo, 
¿se habrá perdido?, quizás el hacha traicionera
diera con su tronco en el suelo y su leña en la 
leñera, quizás ceniza hoy día sea.
Quizás fuese herido por un rayo y su corazón partido por el fuego,
cayo al suelo y se fundió con la tierra, como tantos, 
quizás se secó sangrando por la herida que nuestro corazón le hiciera
y quedó grabado en su tronco terso y limpio
aquella herida traicionera.
Aquel tronco en el que tú recostabas tu espalda 
al besarnos con pasión inmensa.
Lo busqué, paso a paso, fila a fila, tramo a tramo,
lo busqué hasta que yo me di ya por vencido y por cansado. 
Séteme en un tronco ahí caído, ya casi podrido y arrinconado, 
cansado, agotado y vencido, cerré mis ojos recordando.
Me puse a contemplar el cielo, el campo, el sol, el río,
miré contemplando la desnuda chopera me puse a pensar 
en aquel tiempo ya pasado en el que tú a mí me quisieras.
Recordar recuerdo, como nos quisimos y nos amamos, 
cuantos planes hicimos de futuro, planes que quedaron olvidados,
cuantas promesa de amor casi infinito, nos prometimos,
y que poco, que poco costo el olvidarnos.
Pero recuerdo cuanto y cuanto felices junto fuimos y hoy,
hoy ya no encontramos ni siquiera aquel chopo tan erguido 
que fue mudo testigo de nuestro besos, caricias 
y lo mucho que tú y yo hablamos y nos amamos.

Los chopos alineados del campo al río contemplan el correr de la corriente, 
escuchan la brisa que juega entre los troncos desnudos en la chopera 
que muestran en sus troncos los secretos de los enamorados que un día
en ellos escribieron con torpeza, corazones henchidos e iniciales muertas.

La tarde ya caía, más bien se resbalaba, los vencejos volaban, 
la brisa del río se vuelve casi helada,
me levanto torpemente y en el tronco mi mano se tropieza, 
con un corazón que aún tiene en él dos letras, 
las iniciales de tu nombre y el mío hoy ya, secas y ya; también muertas.                                                           

1 comentario:

Eva Margarita Escobar Sierra dijo...

HOLA AMIGO.

COMO SIEMPRE... ES HERMOSA TU POESÍA.

GRACIAS POR REGALARLA AL MUNDO.

EVA