A LA MUERTE

MUERTE

Y llego como siempre en silencio,

entró en la alcoba donde estaba

sin hacer ruido, 

sin que nadie la sintiese entra, 

pero llegó y se sentó a los pies de la cama 

y esperó con la tranquilidad y la calma 

que tienen aquellos a los que nada se le escapa.

Esperó paciente a que la hora llegara,

que solo ella sabe, qué hora es, 

esa hora que tenemos ya marcada. 

Y ella la Parca, 

la hora que tenemos ya marcada,

no puede ni debe cambiarla.

Llegó y esperó con calma 

a que su hora llegará 

y entonces, solo entonces 

se llevó entre sus frías manos 

aquella alma atribulada.

Quedó sobre la cama el cuerpo rígido y tibio, 

ese cuerpo que ya no tiene vida, 

que ya jamás suspira, 

que ya jamás respira.

Ese cuerpo carente de su alma.

La muerte con sus manos frías 

con su mirada carente de alegría 

se lleva nuestras almas 

y en ellas se lleva nuestras vidas.

Tan solo ella lo sabe, 

tan solo ella tiene la fecha y la hora escrita 

en el almanaque de la vida.

La muerte, está siempre presente en nuestras vidas, 

aunque la sintamos casi siempre ausente.  

Ella es constate y paciente, 

ella jamás falta a una cita 

y todos con ella sin quererlo,

tenemos la hora ya pedida.

La muerte está siempre presente en nuestras vidas 

y la muerte lo queramos o no; es también vida.