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En esas noches de insomnio
en que mires donde mires
siempre tú ves lo mismo,
sombras en paredes blancas,
silencios que gritan mucho
y aunque intentes dormir
nunca jamás lo consigues.
En esas noches perpetuas
empecé yo a crear sueño,
sueño a mi medida,
sueños que ya he soñado
a lo largo de mi vida.
Sueños de ilusiones pérdidas
de esperanzas que no fueron,
de simbolismo eternos
que nunca en realidades,
quizás nunca jamás
ellos realidad se hicieron.
Un sueño yo quise hacer
con retazos de otros sueños,
sueños que ya se soñaron,
sueños que tuvieron sus momentos.
Sueños que ya se han vividos,
sueños que ya se han soñado.
Solo sueños, solo sueños
que hace tiempo se soñaron
y hace tiempo, se olvidaron.
Por eso empecé soñar
con esos bellos recuerdos
en que siendo yo un niño,
aquella mujer morena,
de rostro bello y risueño,
que tanto me acariciaba
y me colmaba de besos.
Aquella mi madre buena,
en ella; todo amor y desvelo,
toda paciencia infinita,
todo entrega y esmero.
Tenía sus brazos abiertos
para abrazar al momento,
en su boca la sonrisa,
en sus manos las caricias
florecían;
como las flores de un cuento.
En su alma la inocencia,
la bondad y la paciencia,
la caridad, la ternura,
la sonrisa y la alegría
tenían sus semilleros.
También hasta mi vinieron
los momentos más ingratos
en los que ella se fue
hacia el hogar perpetuo,
donde me está esperando
y me cuida mientras sueño.
A este sueño sumé,
los momentos tan felices
en que yo te conocí
y de ti me enamore,
y decidimos seguir
juntos por este camino
que tú y yo hoy caminamos
buscando el mismo destino
agarrados de la mano
sorteando los baches de los caminos
y viviendo los momentos más felices
juntos con nuestros hijos.
Yo, para las noches de insomnio
intento inventarme sueños
con esos buenos momentos
que hace tiempo que vivimos
y están en nuestros recuerdos.
Y lo creas o no lo creas,
siempre consigo dormirme,
dormirme a la primera
y soñar cosas felices,
aunque estas sean efímeras.
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