UNA SEMANA SANTA QUE PASÓ.
Una Semana Santa que pasó,
como han pasado otras otros años,
Semanas Santas se han quedado en
nuestros recuerdos no por lo que representan,
más bien por lo que hemos vivido en ellas
y de ellas, eso es lo que recordamos.
Recordamos lo que en ella hemos pasado.
Si quizás recordamos, aquellas caravanas
largas y cansadas,
aquellas procesiones que queríamos ver
y que fueron canceladas.
La lluvia y el frío que esos días sufrimos
en la bonita playa a la que acudimos.
Habían anunciado buen tiempo y estuvieron;
todos los días lloviendo y haciendo un frío intenso.
Si eso son, los recuerdos que quedan
de las Semanas Santas,
quizás también recordemos;
aquella imagen linda y una bonita saeta
que del silencio surgía en lo alto de una estrella.
Pero tu mi Señor no tienes estos recuerdos,
ni quieres que recordemos solo esos momentos.
Tú recorres las calles de estas nuestras
ciudades,
cada día del año, incluso cada hora y a cada
minuto.
Tú caminas a diario muy solo y vas cargando
con una cruz pesada, una cruz que no es tuya,
cargando vas la cruz, esa cruz que es la mía.
No llevas a tu lado nazarenos con velas,
tampoco hay clarines ni tambores que suenan.
Las calles están frías no hay silencio y velas,
ni a Ti te han adornado con esa túnicas nuevas
bordadas con cariño, con oros y con sedas.
Tampoco han cubierto la calle por donde pisas
con flores y con alfombras, adornos y con sillas.
No mi Señor, tú cada día estas siempre permanentemente,
en la entrada de los templos y las esquinas de las
plazas
y en los vanos de puentes por donde la gente pasa
y tiendes Tú la mano a los que paseamos,
pidiendo una sonrisa y una limosna
para quitar el hambre a toda tu familia.
Pues tu familia es grande y de Ti necesitan
que cargues con su cruz. Con la cruz de sus vidas.
Señor, y aquellos que ayer te piropeaban
cuando tu imagen bella frente a ellos pasaba,
hoy ni siquiera te miran y de largo ellos pasan
pensando que se ha ido ya la Semana Santa
y van a la oficina con nervios y con prisa.
Tú eres ese Dios que todos necesitan
que dejas que cada uno sea libre y cada uno
elija,
si ven a ese su Dios en esa imagen bella
que sale en Semana Santa del templo bajo el palio,
con luces y con velas, con música y saetas.
O bien si ven a su Dios en ese pobre hermano
que en la puerta del templo mirando siempre al
suelo
tiende hacia a ti su mano,
pidiendo una limosna que Él necesita
para quitar el hambre y el frío a su familia.
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