...PASADOS.
En momentos de tedio y de modorra humana,
cuando yo estoy conmigo mismo y con mi galbana,
me pongo a mirar fotos de épocas pasadas
que ya están lejanas,
fotos de otros tiempos que están ya casi olvidadas.
Recuerdo y contemplo las fotos con mucho cariño
y yo rememoro aquellas jornadas que juntos
vivimos
caminando por montes, montañas por esos
senderos
que hiende sus bosques y cruzan los valles
y suben los montes entre trasmochos hayedos y frondosos robles,
con pinos tan altos y erectos; firmes alanceadores,
con los raros tejos que aún hoy se esconden
entre la espesura de los densos bosques.
Todo esto y más vuelven a mi mente
cuando yo contemplo las fotos ya casi olvidadas
de aquellos momentos de épocas pasadas,
que aún yo recuerdo con mucho cariño
y con añoranzas de lo que vivimos.
Recuerdo, aquellos senderos llenos de marañas,
surcados por agua de lluvia,
cubiertos con barros
latentes,
cruzados por las telarañas,
jalonados de cristalinas fuentes
que la sed aplacan a los caminantes.
Recuerdo aquellas ermitas
que están en los montes como abandonadas,
fueron ellas, las muy
solitarias,
fueron en su momento oasis de nuestras
muy duras
jornadas.
Jornadas de lluvias inclementes y muy
impertinentes,
la ropa mojada, los cuerpos muy fríos,
las fuerzas
minadas por las caminatas en tiempos inclementes.
En ellas, en esas ermitas comimos las frías viandas
también
compartimos tortilla y vino, caliente café
y algún chupido al que acompañamos
con ricas torrijas, esponjosos bizcochos,
y algún otro dulce que nos llenó; de gusto y de gozo.
Esas ermitas solitarias antigregarias
fueron todas ellas, alivio de muchas jornadas.
Recuerdo los buenos momentos que juntos pasamos
y otros momentos que no, no lo fueron tanto.
Que de todo hubo en los muchos años.
Aunque hoy yo vivo más, más relajado
yo echo de menos aquellas jornadas
que juntos pasamos.
Recuerdo aquellos senderos que nos transportaron
a lo más profundo de bosques muy densos,
de cerros muy
altos, collados abiertos,
de finos cordales por donde caminamos divisando valles,
valles intrincados donde bajan rios que lo hacen cantado
y también contemplamos, vastos horizontes a vista de pájaro.
Cuando yo me aburro miro yo las fotos
de aquellos momentos en que caminamos
por nuestros senderos todos de la mano.
Aunque ya han pasado más, más de dos años
aunque yo no añoro los tiempos pasados.
No puedo, no puedo olvidarlos.
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