TU RÍO. NUESTRO RÍO.
Sentado bajo
un roble centenario contemplo al río Tajo caminando,
caminaba apaisado y muy tranquilo
dibujando en su caminar grandes meandros
que le dan la apariencia y el realce
que merece un gran río.
Su superficie es cristalina y muy pulida,
en ella se refleja el azul cielo
las nubes esponjosas de la gloria,
y el astro sol en ella se recrea
mientras camina despacio por la tierra.
Un barbo caprichoso y muy nervioso
quiso cazar una libélula al vuelo
y sin quererlo ni tan siquiera pretenderlo
rompió la luna de aquel pulido espejo
y dibujo los círculos más perfectos
y concéntricos
que yo jamás contemplarlos pudiera,
por eso seguí yo contemplándolos,
sentado bajo la densa sombra.
El río camina silencioso
y en su paseo dialoga con su ribera,
refresca las tierras de sus huertos
donde crecen verduras, frutas frescas...
Sus orillas se quedan quietas, quietas,
mientras el agua del Tajo se aleja
y se aleja caminando hacia su muerte,
la muerte que es, su cierta meta.
No siempre el río fue tan tranquilo,
ni tampoco tan callado y obediente,
el río es y ha sido, un bebe muy tierno
y muy débil,
un niño nervioso e imprudente,
un alocado irresponsable adolescente,
que corre y salta torrenteras,
que en rápidos y estrechos rabiones
él corre, salta y atropella.
Se sale de madre y se salta las reglas
el Tajo en las grandes avenidas.
A esto se le llama el cauce alto
cuando el río es aún un joven
alocado con su vida. Nuestras vidas.
Después el río se va tranquilizando,
se hace más maduro y sereno,
colabora y al hombre le presta
su agua, su trabajo y su labor,
su vida y toda su hermosura.
Al hombre el río le pone en sus manos
todo, todo el poder, su fuerza y su riqueza
que es suya y solo suya, y él nos la regala,
generosamente nos la da y nos la presta
A esto se le llama el cauce medio
que es donde el hombre y el río son amigos.
Amigos que trabajan y colaboran
muy juntos, serenos y muy unidos.
Es, en este momento en que al río
el hombre lo convierte en un puro instrumento,
lo usa y lo utiliza por lucro y egoísmo.
Apenas el hombre se acuerda que el río
todo lo entrega sin pedir nada cambio
y solo del hombre él recibe, impurezas,
desmanes, malos tratos...
Más tarde el río ya no es río,
el rio es ahora estuario y entrega
sus sucias aguas al mar bravío
que está esperando enterrarlo.
En el mar sus aguas se purifican
y a las nubes del cielo vuelven al rato.
La tarde ya ha caído,
el espejo azul de mi río
se ha vuelto oscuro casi negro
las truchas saltan y saltan intentando
coger en su vuelo a los insectos.
Las aves vuelven volando al dormidero
y yo poco a poco camino hacia mi pueblo,
donde ya las lucernas alumbran
sus estrechas y solitarias calles
y se ven volar a los murciélagos.
Mi río, tu río camina muy sereno
y ya se ha olvidado del daño que le hicimos
y sigue naciendo y corriendo cada día,
nuestro río, tu río y mi río.
No hay comentarios:
Publicar un comentario