... ES DE MIS HIJOS
¿Qué tendrá
aquel olivo?
que mi padre
plantó un día
cerca el
camino.
El olivo está
triste, sus hojas amarillas
a mí me
dicen.
que hoy miran
hacia el suelo,
eso me dicen.
Ese olivo añoso
con cicatrices
que vive en el
camino
que va a la
fuente, es lo que dice.
La fuente
Alegré,
cristalinas tiene
sus aguas
frescas y
alegres.
La fuente canta
a los berros
que a sus pies
crecen.
Verdes son los
berros, verdes muy verdes,
dan color a sus
aguas, aguas de nieve.
Ese olivo que
mi padre un día plantó
del un hijo que
cortó de un buen olivo,
y el tocón
arraigó con mucho brío.
En dos
primaveras empezó
a dar, a dar
sus frutos.
Unas orondas
aceitunas con mucho brillo
y repletas de
aceite, que es oro líquido.
Hace días que
pasó por el camino
que va hacía la
fuente Alegre
cerca del
olivo.
Hoy sus hojas
están tristes
no tienen
brillo
y sus frutos
aún verdes, hoy están marchitos.
Yo le riego y
le arreglo con mucho mimo
con agua de la
fuente para que fulgure,
y recorto sus
ramas que están muy triste
pero el olivo,
mi olivo ya no revive.
Mi olivo está
triste, no sé qué tiene,
ni las aves
canoras lo entretienen.
Una tarde de
otoño en que los cielos
amenazan
caerse, caerse al suelo,
una lanza de
luz le dio de pleno
y el olivo cayó
muriendo al suelo.
Hace años que
se fue,
se fue aquel olivo
y en su lugar nació
un nuevo hijo.
Ese nuevo olivo
está muy alegre,
sus ramas miran
hacia el cielo fuertes y verdes,
sus hojas están
tersas, negros sus frutos
y por ellos
corre el oro bruto.
Ese olivo que
un día plantó mi padre
es ahora mi
olivo y mañana será;
será el olivo,
de mis dos hijos.
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