3 mar 2016

MACIZO DE ARAMOTZ


 EN UNA DURA JORNADA.

Sentía deslizarse las gotas de lluvia 
casi heladas, 
surcaban muy deprisa mi arrugada cara,
mis ropas, sin un remordimiento 
la lluvia empapaba. 
Un viento traicionero mi paraguas volteaba 
y yo con mucho esfuerzo apenas si avanzaba, 
por ese laberinto que son tus explanadas.

Tus caminos eran hoy, de piedra que resbala, 
de barro que salpica y entorpece la marcha, 
de charcas donde el agua se estanca y se para. 
Eran más que senderos, eran;
unas terribles trampas para caer al suelo.

En aquel, tu laberinto de piedras, de rocas, 
de torcas y de trampas, apenas, 
por causa de la lluvia y el viento 
si yo me orientaba.
Tú Aramotz, tú; que casi eres mi casa.

La lluvia impenitente nos asaeteaba 
y un viento irreverente 
con su látigo de hielo impávido azotaba 
nuestros cuerpos mojados 
y sus fuerzas restaba.
El frio penetraba por la ropa mojada
y hacia más difícil el que yo caminara.

Y tú Aramotz tan bello y enigmático a la vez 
hoy eras una trampa, que no queríamos ver.

Caminábamos despacio, mirando al suelo 
en cada pisada, buscando el sendero 
que apenas se notaba, 
la lluvia, el viento, la niebla tus caminos borraban.

Macizo de Aramotz tu belleza es innata, 
la muestras orgulloso al que por ti ya pasa, 
pero en el día de ayer a nos, la ocultabas.

Tampoco disfrutamos de la olla de Galdara, 
ni vimos las infinitas cumbres 
que a ti te hacen la guardia, 
la niebla y las nubes todo ello ocultaba.

Con nuestros cuerpos mojados, 
las ropas empapadas, 
el barro hasta en los ojos 
dejamos tu morada y bajamos el valle 
donde la niebla es alta y te decimos adiós 
hasta otra jornada.

Macizo de Aramotz ayer eras una trampa, 
cuando en ti es todo, belleza y misterio, 
poesía y palabras.
Todo en ti es belleza, tus mil y una estampas.





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