La noche se desvanece
entre las brumas del alba,
de un mañana de junio
cuando las alondras cantan.
En las entrañas del día
las horas pasan y pasan,
los minutos son hoy horas,
los días son hoy semanas,
las semanas son hoy meses
y meses años. Años son;
que nunca pasan.
En las entrañas del día
las horas se dilataban.
Unas aves vuelan al sur,
otras,
en el barbecho criaban.
En él crían sus polluelos
y los enseñan a volar
para
que nunca se pierdan
cuando tengan que
emigrar.
Una alondra cantaba
posaba en una retama.
Está cantado al trigo
mientras sus espigas granan.
Al sembrado lo contemplan
las alondras y el labrador
que en él tiene su esperanza
para una vida mejor.
Que dura es la labor
del campo y del sembrador
y que pocas
esperanzas
tiene él en su labor.
Cuando el trigo está en flor,
quizás le falte el agua o el sol,
cuando, no llueve y se seca,
cuando el cereal no grana,
cuando llueve y se anega,
cuando está seco y espera
a la hoz del segador
una tormenta hechicera
lo arrebata y lo acuesta
y todo su sudor queda
en el surco, en el barro,
en la tierra...
No siempre llega a la era
el sudor del labrador
y vacía quedan las paneras,
y vanos, los sueños que él soñó.
Que larga es la labor
desde que se
rotura la tierra
hasta que encierra el grano
en las vacías paneras,
pues el invierno es largo,
y sus horas son perpetuas.
Los días del labrador
tiene las horas
muy largas.
Mira al cielo, mira al sol,
mira las nubes que pasan,
a las noches negras y largas,
a las tormentas tan bravas
a las heladas que arrasan,
a la lluvia y al calor.
Mira a su trigo
que grana,
y sueña que este año
su cosecha será buena.
será generosa y plena.
Será una gran cosecha,
y él será todo un señor,
del invierno y la labor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario