AURELIANO.
Te has ido en silencio,
acompañando a la noche
que ya se aleja en silencio
en una tibia mañana otoño
que se despereza y busca el invierno.
Te has ido en silencio sin decir nada
como se van los hombres prudentes,
sin hacer ruido y sin perturbar
sigilosamente te alejaste.
Las despedidas son tristes.
Dijiste adiós sin que te se oyera,
dijiste odios, a hijos a nietos
y a tu compañera.
Tú dijiste adiós sin que te entendieran,
sin decir nada que lo pareciera.
A ti ya te pesaba tu vida casi
eterna
y en silencio, como tú has vivido
dejaste tu vida aquí en esta tierra.
La lluvia caía, lloraba tu perdida,
y en tu partida irriga la tierra.
La tierra; tu madre querida,
tu fiel consejera, tu amante, tu vida
qué triste, llorando ella queda.
Esa tierra fértil donde tu nacieras,
esa tierra madre que a ti te pariera.
Creciste con tus pies enterrado en
ella,
la araste mil veces,
la abonaste para que fértil fuera
y la cosechaste el fruto que diera
y en tu despedida la tierra te espera.
Tu siempre has sido y serás
hijo de la tierra, de tu tierra.
Que solo nos dejas, que solo y que triste
dejas esta tierra, tu tierra y a tu
familia
que lloran tu partida y no se consuelan.
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