Dudo haberte
conocido,
y dudo haberte
amado
como yo te he
querido.
Me sentí
desamparado
desde aquel
mismo momento
en el que, te
alejaste de mi lado.
Tú te has
ido
y a pesar del
tiempo que ha pasado
aún sueño yo
contigo.
Mas mis sueños
son;
los sueños del
olvido.
Aún quedan
objetos tuyos
esparcidos por
la casa,
y siento yo
cada instante
tu presencia en
las estancias.
Me deleito con
el aroma
de tu cuerpo
que aún perdura
en las sabanas
y almohadas.
En la
estantería del baño
aún están muy
presente
los afeites que
tú usabas
y en el espejo
empañado
creo que veo tu
cara.
Quizás yo no
supe amarte,
tal como tú
esperabas.
Quizás yo no
supe hacerte
lo feliz que tú
anhelabas.
Quizás, quizás
tú y yo somos,
como el aceite
y el agua.
Ambos somos
transparente
más nunca;
podremos unir
nuestras almas.
Sigo
escuchando
al melancólico
ruiseñor
que en las
noches nos cantaba
y a la alegre calandria
que nos
despertaba al alba.
Pero ahora
estoy solo, muy solo
en mi espaciosa
cama,
y siento frías
muy frías,
tersas están
tus blancas sabanas.
Esta es la
realidad
que dejaste
tras tu marcha.
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