Por las calles
de los pueblos
se huele a
incienso y a cera,
se escucha, el
redoble de tambores
los clarines y
las trompetas.
Y brota de los
balcones
los lamentos y
quejidos
de las letras,
de las sentidas
saetas.
Se oye andar al
silencio
en las noches
más serenas
por las calles
de los pueblos
que de gentío
están llenas.
En los frutales
hay flores
y en las más
vastas praderas
las sencillas
margaritas
adornan la verde
hierba.
En el verdino
olivar
derramado por
las lomas
se oye el
cantar de los jilgueros
que ocultan sus
nidos
entre lamás densa floresta.
Primavera en mi
España
que relumbra
cual estrella,
en su primavera
se funde;
en los pueblos
y ciudades
la fe de sus
moradores
y en sus campos
y eriales
su más natural
belleza.
En las
primaveras de España
la vida y la fe
se reencuentran.
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