... EL LAGO DE LA UMBRÍA.
Esta mañana he
visto
la primera
golondrina
cantando en mi
ventana
y a la niebla
blanquecina
desprenderse de
las aguas
del lago de la
Umbría.
Miré yo hacia
la montaña
y vi que estaba
nevada
por las flores
de los almendros
que a la primavera
llaman.
Escuché la
melodía
del agua de la
alegría que corren
debajo de mi
ventana.
Y miré hacia lo
más alto
donde el sol
colgado estaba
y vi, la corte
de nubes blancas
que al astro
rey acompañan.
Entre rosales y
mirtos
los ruiseñores
cantaban
y un naranjo
florido
su azahar me
bridaba.
La primavera
había,
llamado a mi
ventana
y en el campo,
en los cielos,
y en las
inquietas aguas
su presencia se
notaba.
Corrí las
cortinas de mi ventana,
pero la deje
abierta
para que por ella
entrara
la estación
recién llegada.
Subí hasta el
lago de la Umbría
y hielo que lo
cubría
se había
convertido en vida.
Observe las
mariposas
que en las
flores se posaban,
y a las
esforzadas abejas
que de polen se
cargaban.
Un año
más,
cuando el
invierno se marcha
la primavera,
elegante y silenciosa
llega y llama
suavemente,
a mi
ventana
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